EE UU y Europa mantienen la gran brecha de la guerra en Irak

Un estudio revela que Kerry saldría elegido si votara el resto del mundo

La última medición de la distancia entre EE UU y Europa en las percepciones mutuas de sus ciudadanos, el estudio Trasatlantic Trends 2004 de la Fundación George Marshall, diagnostica divergencias crecientes en la visión de las relaciones internacionales a las que no son ajenos ni el factor Bush ni la guerra de Irak. Pero también advierte de otra gran brecha superpuesta a la transatlántica: la inusitada polarización de la sociedad norteamericana.

El sondeo de opinión, en el que España se incluye por primera vez a través de la colaboración de la Fundación BBVA, permite const...

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La última medición de la distancia entre EE UU y Europa en las percepciones mutuas de sus ciudadanos, el estudio Trasatlantic Trends 2004 de la Fundación George Marshall, diagnostica divergencias crecientes en la visión de las relaciones internacionales a las que no son ajenos ni el factor Bush ni la guerra de Irak. Pero también advierte de otra gran brecha superpuesta a la transatlántica: la inusitada polarización de la sociedad norteamericana.

El sondeo de opinión, en el que España se incluye por primera vez a través de la colaboración de la Fundación BBVA, permite constatar la incidencia de la guerra de Irak en el deterioro de las relaciones entre EE UU y Europa. A uno y otro lado del Atlántico se reconoce la vigencia de un sustrato de valores comunes, pero no se comparte un mismo modelo sobre cuál debería ser la organización y el reparto de roles del sistema internacional. El liderazgo exclusivo de EE UU es cuestionado por un 58% de los europeos (nueve puntos más que en 2003), que aspira a una mayor autonomía de la política exterior de la UE. Nada menos que el 71% quiere ver la Unión convertida en una superpotencia y el 64% aboga por incrementar su capacidad militar, aunque, paradójicamente, sólo el 22% respaldaría un aumento del gasto de defensa de su Gobierno.

Otra paradoja: pese a los desplantes del viejo continente, la mayoría de los estadounidenses apuesta por seguir cortejando a sus socios tradicionales, defendiendo una alianza más estrecha (60%) y la conveniencia de un liderazgo europeo fuerte codo con codo con el de su país (79%). La coincidencia en la identificación de las grandes amenazas, encabezadas por el terrorismo internacional, las armas de destrucción masiva, el sida y el fundamentalismo islámico, no impide una profunda divergencia sobre las circunstancias que justifican el uso de la fuerza. En EE UU, una amplia mayoría asume que la guerra puede ser necesaria para lograr la justicia (82%) y que la fuerza militar es el mejor modo de asegurar la paz (54%), ideas sólo compartidas por un 41% y un 22% de los europeos, respectivamente.

Pero es en la valoración de la última guerra de Irak donde aflora de manera significativa la brecha interna estadounidense, superpuesta a las diferencias con Europa. El porcentaje de demócratas que considera que esta aventura bélica no ha valido la pena (84%) supera incluso a la media europea (80%) y prácticamente empata con el de republicanos que opinan exactamente lo contrario (80%). El 62% de los simpatizantes de la oposición se declara "muy en contra" de la política internacional del presidente George W. Bush. La presencia de tropas en Irak es apoyada por el 57% de los norteamericanos, mientras que, en el polo opuesto, una amplísima mayoría respalda la negativa de sus Gobiernos a participar en la coalición en Francia (93%), Alemania (89%) y España (74%). Sin embargo, también son mayoritarios los ciudadanos de estos tres países que modificarían su posición en el caso de que el envío de tropas fuera avalado por un mandato de la ONU.

La homogeneidad europea queda también desmentida por la estadística. Cuestiones como la valoración del rol de EE UU en el mundo, la presencia de tropas en Afganistán e Irak y la legitimidad de prescindir de Naciones Unidas desvelan importantes diferencias entre el atlantismo del Reino Unido y Holanda, y la reivindicación de autonomía de la opinión pública de España (contraria en un 76% al liderazgo norteamericano), Francia (73%), Eslovaquia (68%), Alemania (60%) e Italia (56%). Sobre el caso español, el estudio destaca el rechazo generalizado del uso de la fuerza (72%), salvo cuando tiene fines humanitarios o de pacificación, y uno de los niveles más altos de crítica hacia la política internacional de Bush (86%).

La presentación de Trasatlantic Trends 2004 tuvo lugar un día después de que saliera a la luz en EE UU otro estudio de opinión de GlobeScan que destaca el descontento internacional con la política exterior de Bush y la abrumadora preferencia por la victoria de John Kerry en las presidenciales del próximo 2 de noviembre: el candidato demócrata saldría elegido en nada menos que 30 de los 35 países sondeados, y Bush sólo tendría el voto de uno de cada cinco encuestados. Un 53% dijo que la política exterior es este presidente ha empeorado su opinión de EE UU. En esta apreciación negativa destaca la unanimidad de alemanes (83%), franceses (81%), mexicanos (78%), chinos (72%), canadienses (71%), y españoles (67%).

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