Sucia mirada

Bertrand Blier reflexiona en Les cotelettes sobre lo divino y lo humano a través de conversaciones entre dos viejos. ¿El balance? 1) La homosexualidad: si a tu hijo no le gustan el fútbol ni las carreras de coches, y se interesa por la costura, es marica. 2) La inmigración: los magrebíes son unos salvajes que pegan a sus mujeres, mientras éstas arden en deseos de que los ricos ancianos franceses las traten como a reinas con bombones y sexo. 3) La muerte: es "un invento alemán" representado por una fea vestida de lencería que desea que le den por culo (en el estricto...

Bertrand Blier reflexiona en Les cotelettes sobre lo divino y lo humano a través de conversaciones entre dos viejos. ¿El balance? 1) La homosexualidad: si a tu hijo no le gustan el fútbol ni las carreras de coches, y se interesa por la costura, es marica. 2) La inmigración: los magrebíes son unos salvajes que pegan a sus mujeres, mientras éstas arden en deseos de que los ricos ancianos franceses las traten como a reinas con bombones y sexo. 3) La muerte: es "un invento alemán" representado por una fea vestida de lencería que desea que le den por culo (en el estricto sentido del acto sexual). 4) La política: la diferencia entre "un capullo de izquierdas y uno de derechas" es que el primero "utiliza la escobilla del váter para limpiar los restos".

Lo que Bertrand Blier, de 65 años, ofrece en Les cotelettes es, en definitiva, una sucia mirada sobre el cuerpo y la mente de la mujer, a la que siempre filma de la forma más despectiva posible, como un trasnochado viejo verde. Si hay películas para amar, para olvidar y para odiar, ésta pertenece a la tercera categoría.