OPINIÓN DEL LECTOR

Olimpiada 2012, sueños y presunciones

Los sueños son cosa delicada y noble por naturaleza, sirven a la ilusión y a la legitimidad de la vida y su destrucción o conversión en pesadilla es una de las funciones cotidianas del poder.

Las presunciones, en cambio, no tienen un pelo de legitimidad ni de bello ni sentimental, son ambición sin escrúpulos y maquiavelismo aprovechado.

Si las olimpiadas fuesen sólo de fútbol, como lo es Madrid desde que se perdió América, me parecería justa su pretensión al 2012, pero cuando el alma de la ciudad vive constelada en las galaxias de los galácticos, nanay de ir por uvas a otro huert...

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Los sueños son cosa delicada y noble por naturaleza, sirven a la ilusión y a la legitimidad de la vida y su destrucción o conversión en pesadilla es una de las funciones cotidianas del poder.

Las presunciones, en cambio, no tienen un pelo de legitimidad ni de bello ni sentimental, son ambición sin escrúpulos y maquiavelismo aprovechado.

Si las olimpiadas fuesen sólo de fútbol, como lo es Madrid desde que se perdió América, me parecería justa su pretensión al 2012, pero cuando el alma de la ciudad vive constelada en las galaxias de los galácticos, nanay de ir por uvas a otro huerto.

El sueño olímpico de Madrid me parece una mala presunción porque Madrid es ciudad marabuntesca que se comerá como roscas de churros los aros olímpicos, tal como tijereteó en reliquias para catetos toda la decoración de la boda del Príncipe.

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Madrid, huero de verbenas y palomas, conserva las navajas, lo aguanta todo delante de la guardia, cargando pilas para saltarle al cuello a la civilización ajena, y es la ciudad que escogería el "extinto" para volver a la superficie sin descompresión.

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Allá películas y caspas, la transición está irrestañablemente cerrada a la más mínima sombra de ruptura, pero la capital española ha asimilado múltiples capas de soldadura extra al proceso de irrenovar "aquello", una costra de gente vive bien y los demás sólo "acuden", la pluralidad madrileña se la traga el tamaño y la concentración únicos; los métodos, los cauces sectarios de promoción personal y los tingladillos en auge son de dictadura y las JONS, sin otra renovación que el colorete.

Napoleonismo tardío injertado en el castellano viejo de Larra por los liberales que también sorben la sopa con estrépito, Madrid es el área de gol de la Españaza que alquila tiendas a neonazis y preserva sus clubes como somatenes privilegiados, y es tan campechana mientras se pone botines sin calcetines delante de las visitas.

Capital de país sin fundar, menguada en vida civil, el mundo de los sueños se resiente de verla como aspirante mundial a olimpiada. Madrid no sueña, pero es reina de presunciones: su opción real a una olimpiada es que no la merece, y eso sí que ayuda. Desormais.

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