Modificación de la ley electoral

El presidende del Gobierno quiere modificar la ley electoral para incentivar una mayor participación en las consultas electorales. Está bien que, por fin, alguien se preocupe y ocupe de este asunto e intente hacer algo al respecto. Me alegro de que así sea.

Pero en este tema hay que andar con sumo y exquisito cuidado. La línea que separará (caso de prosperar su idea) una campaña institucional de una simple campaña de partido orientativa del voto es tan extremadamente fina que la tentación es, asimismo, extremadamente incitante, y tanto Zapatero y su Gobierno, como cualquier futuro Gobie...

El presidende del Gobierno quiere modificar la ley electoral para incentivar una mayor participación en las consultas electorales. Está bien que, por fin, alguien se preocupe y ocupe de este asunto e intente hacer algo al respecto. Me alegro de que así sea.

Pero en este tema hay que andar con sumo y exquisito cuidado. La línea que separará (caso de prosperar su idea) una campaña institucional de una simple campaña de partido orientativa del voto es tan extremadamente fina que la tentación es, asimismo, extremadamente incitante, y tanto Zapatero y su Gobierno, como cualquier futuro Gobierno, pueden caer en esa dulce tentación.

Creo sinceramente, señor Zapatero, que antes de arriesgarse de esa forma y comprometer el futuro de la imparcialidad que debería regir siempre en cualquier campaña institucional de cualquier Gobierno, debería probar otras medidas, como por ejemplo el fomento del voto "en blanco" en contraposición con la abstención o el voto "nulo". Si logra institucionalizar este tipo de voto (comenzando por la existencia de una papeleta igual que las demás pero palpable, física) y que los indecisos, indiferentes, hastiados o apolíticos conozcan y diferencien claramente esta opción del voto nulo del resto, y modifica la ley para que este voto no beneficie a ninguno de los partidos, lograría una mayor participación. La idea puede parecer peregrina y difícil o imposible de ejecutar, pero, al contrario, es realizable.

Todo es cuestión de interés en el asunto, de estudio y ejecución. Por probar nada se pierde, y si las cifras de abstención decrecen el resultado para la democracia será positivo y el interés de los partidos por evitar ese "voto real de castigo" contra "todos" los partidos será mayor.