GUIÑOS

Revoloteo de imágenes

Me agrada visitar los concursos de fotografía. En ellos encuentro cuales son las tendencias que marcan los aficionados. Incluso cuando hay participación extranjera, como es el caso del XXXVIII Concurso Internacional Fotográfico de Bizkaia, se puede contrastar el mayor o menor grado de similitudes o desencuentros entre los representantes de unos y otros países. Por lo que se ve en este evento, organizado por el Vizcaya cine club foto, y según comprobamos en las obras expuestas en el aula de cultura de la BBK, entre las veinticuatro nacionalidades que participan no se aprecian grandes dif...

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Me agrada visitar los concursos de fotografía. En ellos encuentro cuales son las tendencias que marcan los aficionados. Incluso cuando hay participación extranjera, como es el caso del XXXVIII Concurso Internacional Fotográfico de Bizkaia, se puede contrastar el mayor o menor grado de similitudes o desencuentros entre los representantes de unos y otros países. Por lo que se ve en este evento, organizado por el Vizcaya cine club foto, y según comprobamos en las obras expuestas en el aula de cultura de la BBK, entre las veinticuatro nacionalidades que participan no se aprecian grandes diferencias. Vamos, que los efectos de la globalización en estas lides de la fotografía parece estar aunando criterios entre Alemania y Vietnam, entre España y Rusia o entre Kazakhastan o Italia, por citar algunos de los países participantes.

Hay fotografías para todos los gustos y las seleccionadas son de buena calidad y resueltas con un generoso detalle. En el apartado de color encontramos composiciones singulares con aires de fantasía y tratamiento de ordenador, pero también pueden verse otras de corte más tradicional representando a unos pescadores indios lanzando sus redes de pesca a voleo, una campesina vietnamita con su cesto al hombro. Entre paisajes y retratos se mueve la corriente conceptual acompañada de confortables escenas de baile y espectáculos teatrales, siempre tan agradecidas en sus resultado. Algo más complejo ha debido resultar el registro de unos pajaritos revoloteando un grifo. Son fotos aparentemente sencillas pero que necesitan de una paciencia inusitada para ser captadas con la grandiosidad que lo ha hecho el alavés Roberto González.

En lo que corresponde al blanco y negro, ellos lo denominan monocromo, desaparecen las argucias y exhibiciones resueltas a base de ordenador. El protagonismo recae en la búsqueda de luces sugerentes, geometrías para resaltar los encuadres y composiciones tratando de responder a la regla de los tercios. Ejemplos de ello encontramos en la verja de espino que resalta en un campo nevado, la fila zigzagueante de montañeros ascendiendo a unas cumbres rocosas o las dunas del desierto donde dos porteadores dan la medida de grandiosidad del lugar. Tampoco tienen desperdicio la granjera ucraniana con su oca entre manos, ni el niño tomando el sol sobre el tronco de un árbol seco. Finalmente se ha dedicado un portafolio a José Hernández, premio de honor del año pasado, donde bajo el titulo Sombras se establece un curioso ensayo de iluminación sobre objetos dispares. En fin un revoloteo de imágenes de donde se pueden extraer generosas conclusiones de organizadores y participantes.

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