LOS PROBLEMAS DE LOS INMIGRANTES

72 inmigrantes de Bangladesh se hacinan entre ratas y basura en un almacén de Ceuta

Un agujero de un metro cuadrado en un muro es la puerta al infierno donde viven en Ceuta 72 inmigrantes procedentes de Bangladesh. Ese estrecho ventanuco es el que atraviesan a diario estos inmigrantes, que se han refugiado en un antiguo almacén cercano al puerto, donde aguardan, hacinados entre ratas, orines y desperdicios, su entrada en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI).

Las condiciones de vida no pueden ser más penosas. Los bangladesíes han ocupado una antigua nave que había sido tapiada hace año y medio cuando las autoridades descubrieron que en ella malvivían otr...

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Un agujero de un metro cuadrado en un muro es la puerta al infierno donde viven en Ceuta 72 inmigrantes procedentes de Bangladesh. Ese estrecho ventanuco es el que atraviesan a diario estos inmigrantes, que se han refugiado en un antiguo almacén cercano al puerto, donde aguardan, hacinados entre ratas, orines y desperdicios, su entrada en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI).

Las condiciones de vida no pueden ser más penosas. Los bangladesíes han ocupado una antigua nave que había sido tapiada hace año y medio cuando las autoridades descubrieron que en ella malvivían otros 300 subsaharianos. Y dentro lo hacen todo, hasta defecar. El resultado del contacto continuado es un brote de sarna contra el que poco se puede hacer en estas condiciones. Tienen un colchón cada tres personas y se tapan con mantas utilizadas por otros infectados.

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La sarna sólo parece preocupar a tres jesuitas que han querido sentir el horror de estos asiáticos que llegaron a Ceuta hace dos meses pensando ingenuamente que habían cruzado el canal de la Mancha. "En los últimos días hemos trasladado al hospital a cinco", relata David Sáinz, que junto con Eduardo Infante e Isaac Pescador llegaron hace un mes a la ciudad para conocer el drama.

Ellos han trasladado a las autoridades sanitarias el peligro que supone esta enfermedad de la piel, muy contagiosa y que requiere unos altos niveles de higiene para erradicarla. "Los llevamos al médico y nos aconseja que se cambien a diario de ropa, que muden las sábanas de la cama y que mantengan una higiene personal exquisita cuando lo que llevan puesto es lo único que tienen y han de dormir entre meadas", subraya Infante.

Los bangladesíes, como los otros 350 inmigrantes que en Ceuta no están acogidos en el CETI, viven de la caridad de la Iglesia y son el grupo de más difícil integración porque apenas hablan inglés y no tienen iniciativa "ni siquiera para pedir limosna". Llegan a Ceuta tras un largo y caro viaje por mar desde Turquía, que les cuesta unos 11.000 dólares, casi siempre a bordo de cargueros que los sueltan en pequeñas embarcaciones cerca de la costa marroquí. Muchos creen que llegan a Inglaterra.

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Rompen la verja

Por otra parte, la Guardia Civil busca en los montes cercanos a Ceuta a unos 20 subsaharianos que consiguieron llegar a territorio español desde Marruecos tras sabotear la verja fronteriza en la madrugada del sábado. Unos 50 inmigrantes consiguieron entrar en la ciudad rompiendo la doble valla metálica con tijeras y cortafríos, pero 30 fueron interceptados y devueltos a Marruecos.

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