Los cuatro del patíbulo

Es una historia tan sorprendente y contiene momentos tan rocambolescos que, si fuera una película de ficción, fracasaría por falta de credibilidad. Operación Algeciras, documental de Jesús Mora, desvela el intento de voladura en Gibraltar de un barco de guerra británico por parte de un comando argentino durante la guerra de las Malvinas, en 1982. ¿Espionaje de altura? En parte. Algunos episodios, de una desmitificadora ridiculez, confirman que, a veces, la realidad supera a la ficción.

Lástima que las tentativas del director por obtener la versión de los mandos policiales español...

Es una historia tan sorprendente y contiene momentos tan rocambolescos que, si fuera una película de ficción, fracasaría por falta de credibilidad. Operación Algeciras, documental de Jesús Mora, desvela el intento de voladura en Gibraltar de un barco de guerra británico por parte de un comando argentino durante la guerra de las Malvinas, en 1982. ¿Espionaje de altura? En parte. Algunos episodios, de una desmitificadora ridiculez, confirman que, a veces, la realidad supera a la ficción.

Lástima que las tentativas del director por obtener la versión de los mandos policiales españoles y de los miembros del entonces gobierno de UCD hayan resultado en vano. Así, una de las patas de su documento queda algo coja. Sin embargo, Mora ha conseguido el testimonio del almirante de la Armada al mando de la operación y, sobre todo, el que le sirve para reconstruir todo el rompecabezas, el del jefe del comando: Máximo Nicoletti, un revolucionario montonero, experto buzo, preso en aquellos días, en plena lucha contra la dictadura, por haber explosionado un buque de su país. Las guerras tienen estas ironías. Financiados por el gobierno del general Galtieri, como una especie de Doce del patíbulo en versión argentina, cuatro rebeldes habían decidido colaborar con sus (odiados) mandamases por un patriotismo mal entendido. Nicoletti, descreído y mordaz, gran cronista de historias, es un personaje lleno de aristas, puro cine.

La película tiene interés y, a pesar de la sobreexposición de Nicoletti, también tiene ritmo. Mora no cae en la absurda tentación de algunos documentalistas de realizar dramatizaciones y sólo acompaña los testimonios con efectivos planos de los lugares que se describen. En lo que sí incurre el director es en el error de que la voz en off explicativa sea en primera persona del singular. Seguro que sus denodados esfuerzos para llevar a cabo la película provocaron tal decisión, pero un plural mayestático resulta menos egocéntrico cuando el autor no es una figura muy conocida, y Mora no lo es.