Columna

Positivas

Mucho me cuidaré de pisar el terreno técnico (para legos, arenas movedizas) en que barbudos constitucionalistas han dirimido estos días un asunto que teóricamente parecía indiscutible: la aspiración a la igualdad de derechos de los seres humanos, y cómo lograrla partiendo de situaciones de tan descarnada desigualdad. Ha entendido el Gobierno de España, no en vano trufado de luchadoras, que es llegado el momento de aplicar políticas correctoras. Y la Ley Integral contra la Violencia de Género finalmente establecerá la "acción positiva a favor de las mujeres", pese a la encarnizada oposición que...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Mucho me cuidaré de pisar el terreno técnico (para legos, arenas movedizas) en que barbudos constitucionalistas han dirimido estos días un asunto que teóricamente parecía indiscutible: la aspiración a la igualdad de derechos de los seres humanos, y cómo lograrla partiendo de situaciones de tan descarnada desigualdad. Ha entendido el Gobierno de España, no en vano trufado de luchadoras, que es llegado el momento de aplicar políticas correctoras. Y la Ley Integral contra la Violencia de Género finalmente establecerá la "acción positiva a favor de las mujeres", pese a la encarnizada oposición que habían desatado los demonios más conservadores. Fue la lucha contra otra discriminación, la sufrida por los negros en Estados Unidos, la que dio pie a la petición de medidas similares para las mujeres. Partían de la premisa de que no se puede tratar igual lo que es diferente y de que las iniciativas llamadas de discriminación positiva o inversa abren un camino para la consecución de la paridad real. Esta tesis ha sido defendida con categorías filosóficas y abundante jurisprudencia (europea, por cierto), por si no bastara el sentido común del común de los mortales: no necesita tanto la beca la hija del banquero como la del obrero; ni plaza de residencia el millonario como el de la mínima pensión.

Estudiantes pagan menos que profesorado en el tren y en el cine, y quienes sufren de movilidad limitada tienen derecho a aparcar donde a mí me multarían. ¿He de sentirme ofendida por que se prime a escolares inmigrantes, jubiladas pobres o parapléjicas? En este caso ha habido claramente un rechazo ideológico en el Consejo del Poder Judicial por parte de unos venerables miembros que desde luego no son mujeres ni negros. El Presidente de los Estados Unidos, Lyndon B. Johnson, dijo en un discurso pronunciado en 1965: "Supongamos que un hombre haya estado muchos años encadenado. Es liberado y conducido al punto de partida de una carrera. Se le dice: ahora estás libre para participar junto a los otros ¿sería esto un tratamiento igualitario?". A lo mejor para estos venerables aquello también era feminismo rabioso.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Archivado En