Reportaje:UN AÑO AL FRENTE DE LA GENERALITAT

Camps ficha por el 'eje de prosperidad'

El primer año de Francisco Camps al frente de la Generalitat ha estado marcado fundamentalmente por su propia posición orgánica en el seno del PP y el reciente cambio de Gobierno en España, que ha obligado al Consell a rescatar un rosario de supuestos agravios tras ocho años de vino y rosas en los que todo estaba bien con el Ejecutivo de Aznar.

En este tiempo, Camps ha tenido que recurrir a su paciencia -desesperante en ocasiones para muchos de sus más estrechos colaboradores- y a la disciplina -personal y partidaria- para afianzar su liderazgo y lograr que el PP continuase como el part...

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El primer año de Francisco Camps al frente de la Generalitat ha estado marcado fundamentalmente por su propia posición orgánica en el seno del PP y el reciente cambio de Gobierno en España, que ha obligado al Consell a rescatar un rosario de supuestos agravios tras ocho años de vino y rosas en los que todo estaba bien con el Ejecutivo de Aznar.

En este tiempo, Camps ha tenido que recurrir a su paciencia -desesperante en ocasiones para muchos de sus más estrechos colaboradores- y a la disciplina -personal y partidaria- para afianzar su liderazgo y lograr que el PP continuase como el partido más votado en las autonómicas de 2003, las generales del pasado mes de marzo y las europeas celebradas recientemente.

La consecución de mayor poder orgánico no se ha traducido en una remodelación
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Camps quiso arrancar su presidencia con un juramento cargado de simbolismo ante un ejemplar de Els Furs y otro de la Biblia. Libros que simbolizaban, en teoría al menos, la emergencia de un valencianismo de tinte conservador y un humanismo político. "El comienzo de una edad nueva en la que ser valenciano sea una forma sugerente, importante, distinta, conciliadora, generosa, alegre, industriosa y una forma, en definitiva, satisfecha de ser español y europeo", aseguró Camps en su discurso de investidura. Pero si en algún lugar esta declaración no logró la unanimidad fue en su propio partido. Un PP desde el que se ha realizado a Francisco Camps la oposición más dura -y humillante, según algunas de sus personas de confianza- de cuantas ha sufrido el jefe del Consell. Así, con apenas 50 días de mandato, los afines al ahora portavoz del PP en el Congreso, Eduardo Zaplana, reclamaban ya dimisiones en el Consell. Luego llegarían los vacíos hechos en público al propio Camps, las amenazas de desestabilizar al Gobierno desde las Cortes Valencianas, el intento de presentar una candidatura alternativa a la presidencia regional del PP y las recriminaciones de los zaplanistas al propio Consell.

Situaciones que han obligado al Ejecutivo valenciano, a través de su portavoz Alejandro Font de Mora, a salir a la palestra en no menos de tres ocasiones para asegurar que estaba cumpliendo con su función e insistir en que el 87% de las promesas electorales estaban en marcha. Y todo ello, después de que Francisco Camps lograra a finales del pasado mes de abril que el nuevo dirigente del PP nacional, Mariano Rajoy, lo nombrase presidente del PP en la Comunidad Valenciana en sustitución de Zaplana.

Un aval para el que Francisco Camps ha contado con el apoyo del ex delegado del Gobierno Juan Cotino; la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá; la directora de su gabinete, Ana Michavila, hermana del ex ministro de Justicia, José María Michavila; y el secretario general adjunto del PP, Ángel Acebes.

La consecución de mayor poder orgánico no se ha traducido, pese a las reiteradas peticiones de algunos de los miembros de su equipo en remodelaciones institucionales [fundamentalmente en el Consell] y orgánicas [la dirección provincial de Valencia] que, en principio, parecen aplazadas hasta después del próximo congreso del PP previsto en otoño. Y tampoco en puestos claves como la dirección de Ràdio Televisió Valenciana (RTVV-Canal 9).

En el plano institucional, el primer año de mandato también ha estado condicionado por la situación interna del PP y la victoria obtenida por el socialista José Luis Rodríguez Zapatero. Si en los primeros 100 días de Gobierno Camps puso sordina al valencianismo recién estrenado en su toma de posesión, el rebrote de alicantinismo propiciado por los zaplanistas para mantener su peso en el partido, y el requerimiento de Mariano Rajoy para que alinease la Comunidad Valenciana en un "eje de prosperidad popular" -junto con Madrid y Baleares- para hacer oposición al PSOE han marcado la política del jefe del Consell.

De este modo, Camps ha buscado la identificación de su persona con la defensa de los intereses generales de la Comunidad Valenciana -lo que ha llevado al propio Consell a hablar de buenos y malos valencianos-. Luego, ha coordinado la estrategia del Consell de la Generalitat con lo establecido por el PP nacional. Así, tras anunciar en su discurso de investidura la necesidad de "plantear la existencia de un modelo valenciano de autonomía", el presidente de la Generalitat esperó a entrevistarse con Mariano Rajoy para explicarle horas después a José Luis Rodríguez Zapatero que el Consell quiere todo lo que pidan los demás gobiernos autonómicos. Una reivindicación, que se suma a la aparición de supuestos agravios históricos y a la defensa del trasvase del Ebro que -en compañía de su homólogo de Murcia, Ramón Luis Valcárcel, el presidente autonómico con el que se ha entrevistado en más de una decena de ocasiones en un año- permitirá a Camps protagonizar una de las escasas ponencias previstas en el próximo congreso nacional del PP.

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