Un hotel con la bandera del arco iris

Ante todo, el hotel Axel es un hotel. Gay, heterofriendly, fashion, cosmopolita, a la última... Un hotel de tomo y lomo para gente sin prejuicios. Lo que se hace ostensible en su estilo, en sus formas, en los colores del arco iris por los que se reconoce el movimiento homosexual en todo el mundo. Y viable como sólo puede serlo en las ciudades abiertas, desinhibidas y liberales. Ahí, en el corazón picante del gayxample barcelonés, entre las calles de Aribau y Consell de Cent, bajo la piel de una casa burguesa del siglo XIX recuperada con ciertos argumentos estéticos de vanguardia....

Ante todo, el hotel Axel es un hotel. Gay, heterofriendly, fashion, cosmopolita, a la última... Un hotel de tomo y lomo para gente sin prejuicios. Lo que se hace ostensible en su estilo, en sus formas, en los colores del arco iris por los que se reconoce el movimiento homosexual en todo el mundo. Y viable como sólo puede serlo en las ciudades abiertas, desinhibidas y liberales. Ahí, en el corazón picante del gayxample barcelonés, entre las calles de Aribau y Consell de Cent, bajo la piel de una casa burguesa del siglo XIX recuperada con ciertos argumentos estéticos de vanguardia.

El envoltorio encierra la mística de lo gay en su sensualidad y exigencia estética. Juan Juliá y las interioristas Natalie Denys y Patricia von Arend han diseñado los suelos de baldosas hidráulicas, los sofás tapizados de cheviot, además de otros muchos elementos aportados por conocidas firmas como Kenzo (tapicerías), Ulf Moritz (cortinas), Carles Ricart (lámparas), Vitra, Kartell y Swan (mobiliario). El vestíbulo-recepción comparte espacio con una tienda de moda. En un altillo está la biblioteca, con acceso a Internet, y las revistas ad hoc del momento: Zero, Nois, Neo2, Passport, Attitude, Shangay... Bajo él se sumerge un chill-out decorado en rojo labial y wengé que hace las funciones de salón, restaurante y bar de copas, muy concurrido de noche. Arriba, el ático ofrece sauna y piscina para asomarse mojado a las azoteas de Barcelona.

Comprimidas y dulzonas, incluso oleaginosas, las habitaciones encierran detalles como el preservativo que acompaña el kit cosmético en el cuarto de baño, y otros más explícitos, como la estampación de un torso desnudo en la caja fuerte o las cajas fotográficas de Emilio Lekuona con escenas de amor homosexual en las paredes.

Apetecibles por sus vistas a la calle, a través de una galería art nouveau, las suites esquineras se mantienen encendidas hasta hacer verdad el eslogan publicitario de una bebida espirituosa: "Hazte groenlandés, tenemos seis meses de noche".