De Tetuán a Puente de Vallecas entre desigualdades

El instituto público de secundaria Jaime Vera (400 alumnos), en el distrito de Tetuán, ofreció para el próximo año poco más de 40 plazas -muchos alumnos repetirán curso-, pero las solicitudes ni siquiera han cubierto esa pequeña oferta. La razón: "El 82% del alumnado es inmigrante", resume Jacinto Uceda, director del centro desde hace 17 años. Las infraestructuras, según Uceda, son buenas, pero hace falta inversión para mantenerlas en óptimas condiciones. Sus 64 profesores, dice, "son mejores que los de cualquier centro concertado, pero se desmotivan". "En algunas clases se quedan seis alumno...

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El instituto público de secundaria Jaime Vera (400 alumnos), en el distrito de Tetuán, ofreció para el próximo año poco más de 40 plazas -muchos alumnos repetirán curso-, pero las solicitudes ni siquiera han cubierto esa pequeña oferta. La razón: "El 82% del alumnado es inmigrante", resume Jacinto Uceda, director del centro desde hace 17 años. Las infraestructuras, según Uceda, son buenas, pero hace falta inversión para mantenerlas en óptimas condiciones. Sus 64 profesores, dice, "son mejores que los de cualquier centro concertado, pero se desmotivan". "En algunas clases se quedan seis alumnos", mientras el resto están en aulas de integración, compensatoria, diversificación curricular o inmersión lingüística. Todas, opciones para alumnos con necesidades educativas especiales. "En una clase de 29 chicos hay un español".

El órgano que decide quién necesita este apoyo especial es el departamento de orientación, formado normalmente por psicólogos o pedagogos. En el Jaime Vera son 11 docentes "desbordados de papeleo", señala Uceda. "Y al resto nos han cambiado el oficio", dice, ya que la mayoría de estos chavales carecen del nivel educativo suficiente para seguir unos temarios "que han quedado olvidados". Pero los problemas de estos chavales, más allá de los obstáculos idiomáticos y culturales, "es que son absolutamente pobres". El 40% de ellos vive sólo con sus madres, que trabajan y no pueden atenderlos. "Muchas veces alguno se desmaya porque viene sin desayunar", relata el director. Así, el absentismo es otro de los problemas graves a los que se han de enfrentar los docentes.

Por todo ello, Uceda asegura que "no debería haber más de un 32% de este alumnado en un centro, para poder ofrecer una educación de calidad", y para los chavales que no tengan ni el nivel académico ni el suficiente conocimiento del idioma como para estar en un instituto, pide "aulas de acogida" hasta que lleguen a esos niveles.

Jesús Perdices también pide esta distribución, pero no sólo del alumnado inmigrante. El colegio público de infantil y primaria que dirige, el Concha Espina (Puente de Vallecas), tiene un 38% de chavales que procede de otros países, pero también otro 18% de niños de etnia gitana, y otro 6% de estudiantes que pertenecen a "familias deshechas".

"La integración funciona muy bien en nuestro centro", subraya. Antes del inicio del curso realizan una adaptación idiomática o cultural. Y durante el curso se hace un doble trabajo con su grupo de referencia y con el de integración, diversificación, etcétera. "En un año, la mayoría sigue las clases con normalidad", afirma Perdices. El problema es otro: "Se nos va todo el tiempo en eso".

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