Emociones por las nubes

LAS DISCUSIONES sobre la belleza pintoresca a finales del siglo XVIII trajeron como consecuencia que los artistas se interesaran por describir la apariencia de los objetos, prestando atención a cualidades como lo terso, lo rugoso, lo suave y lo áspero. A su vez, ciencias como la botánica o la geología aportaban datos sobre la estructura y morfología de los elementos paisajistas, mientras que la, entonces naciente, meteorología intentaba explicar algunos fenómenos del cielo, tales como la formación de las nubes, el arco iris o los rayos. En este ambiente, algunos artistas descubrieron cómo las ...

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LAS DISCUSIONES sobre la belleza pintoresca a finales del siglo XVIII trajeron como consecuencia que los artistas se interesaran por describir la apariencia de los objetos, prestando atención a cualidades como lo terso, lo rugoso, lo suave y lo áspero. A su vez, ciencias como la botánica o la geología aportaban datos sobre la estructura y morfología de los elementos paisajistas, mientras que la, entonces naciente, meteorología intentaba explicar algunos fenómenos del cielo, tales como la formación de las nubes, el arco iris o los rayos. En este ambiente, algunos artistas descubrieron cómo las cualidades emotivas que intentaban proyectar sobre la pintura de paisaje surgían no sólo de la correcta combinación de las texturas, opacidades y brillos que proporciona la representación de montañas, bosques, rocas y lagos, sino de los estados del cielo, de la forma y cantidad de las nubes que tamizan la luz del sol y ofrecen una determinada tonalidad ambiental. Las nubes dejan así de ser mero fondo simbólico, en el que arropar las "glorias", para convertirse en un tema naturalista casi autónomo en la obra de John Constable, a la vez que lo será también de la ciencia que, entonces, está descubriendo los secretos de su formación. Para mostrar el interés de los pintores durante el siglo XIX por las nubes, el Bucerius Kunst Forum y la Jenisch Haus de la ciudad de Hamburgo han organizado una doble exposición, Wolkenbilder, en la que se muestran obras de pintores románticos como Caspar David Friedrich, Johan Christian Dahl, Karl G. Carus, John Constable, William Turner y Camille Corot, entre otros maestros del paisaje, entrelazadas con instrumentos y documentos científicos de la época, como los apuntes sobre nubes de Johann W. Goethe, que permiten ver dibujos de su propia mano.

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