Reportaje:

El nuevo móvil persigue la rentabilidad

El UMTS ya está en el mercado, pero nadie se atreve a pronosticar su futura viabilidad financiera

Los móviles de tercera generación ya funcionan. Pero queda por ver si esa tecnología del futuro que permite realizar videollamadas o descargas de contenidos multimedia desde Internet, es rentable. Los estudios dicen que al menos hasta dentro de 11 años no habrá un retorno de la inversión, y que los ingresos no comenzarán a despegar hasta 2006.

La tercera generación (3G) de móviles ya es una realidad. Más de 15 países -entre ellos España- y seis millones de abonados en todo el mundo disfrutan del 3G, el móvil del futuro, que permite las videollamadas (ver al interlocutor), la navegación ...

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Los móviles de tercera generación ya funcionan. Pero queda por ver si esa tecnología del futuro que permite realizar videollamadas o descargas de contenidos multimedia desde Internet, es rentable. Los estudios dicen que al menos hasta dentro de 11 años no habrá un retorno de la inversión, y que los ingresos no comenzarán a despegar hasta 2006.

El estudio de McKinsey señala que las operadoras no recuperarán su inversión hasta dentro de 11 años como mínimo
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La tercera generación (3G) de móviles ya es una realidad. Más de 15 países -entre ellos España- y seis millones de abonados en todo el mundo disfrutan del 3G, el móvil del futuro, que permite las videollamadas (ver al interlocutor), la navegación rápida por Internet y la descarga de contenidos multimedia, entre otros muchos usos. Ya no se trata de proyectos pilotos, sólo válidos para ordenadores portátiles (tarjeta PCMCIA) o con falsos terminales ad hoc. Son lanzamientos comerciales, con redes específicas y terminales que caben en la palma de la mano, y clientes que pagan por los nuevos servicios. Es decir, que el 3G ha pasado al fin su Rubicón tecnológico, con tres años de retraso, pero venciendo las dudas que habían surgido por la falta de equipos y por el nacimiento de otras tecnologías más baratas, como el wi-fi.

El 3G funciona, pero queda por ver ahora si es rentable y en que plazo. Una incógnita que nadie se atreve a resolver tras el pinchazo de la burbuja tecnológica, uno de cuyos mayores exponentes fue el fiasco que supuso el pago de las licencias de 3G, más de 100.000 millones de euros, que llevaron a pérdidas récord a la mayoría de las operadoras. Esos astronómicos desembolsos se hicieron en torno a previsiones tan optimistas como que en 2004 habría 10 millones de clientes de 3G en Alemania, cuando apenas hay unas docenas, y que ya en 2005 los ingresos por servicios de datos igualarían a los de voz (apenas suponen un 10% actualmente).

Las fatales consecuencias de esas sobrestimaciones han motivado que casi nadie se atreva a hacer previsiones. El estudio más completo, y aún no enmendado oficialmente por ninguno posterior, es el encargado por la Comisión Europea a la consultora McKinsey hace un año y medio, que cifró en 352.000 millones de euros el coste de la nueva tecnología, incluyendo los 109.000 millones que pagaron las licencias que se subastaron o salieron a concurso entre 2000 y 2002 en Europa, y los 234.000 millones en las inversiones necesarias para el despliegue de la nueva red y la reforma de los equipos existentes.

El informe propone varios escenarios según evolucionen los ingresos. Incluso en el más optimista de los casos (el ebitda del 3G será el mismo que el que genera la tecnología actual), el estudio es demoledor: las compañías necesitarán como mínimo 11 años para recuperar las inversiones. En el peor de los casos (la generación de ebitda sería menor que con el 2G), el retorno no se alcanzará hasta dentro de 30 años. El informe alerta además que en los países que más se pagaron por las licencias (Alemania, Holanda, Reino Unido y Suecia) no se alcanzará el equilibrio financiero durante el periodo que dura la concesión (15 y 20 años). Si tomamos el escenario peor, en 12 países de la UE se agotará el periodo de la licencia sin que las compañías vislumbren los beneficios.

Para España, donde el coste de las licencias fue de 522 millones de euros, poner en marcha la nueva tecnología costará alrededor de 30.000 millones de euros, según el informe. Una cifra considerable si se tiene en cuenta que los ingresos de las tres operadores móviles ascendieron a 14.155 millones de euros en 2003.

Otro estudio menos preciso es el de la consultora Forrester Research, que estima que las operadoras europeas de telefonía móvil de 3G no alcanzarán de media el equilibrio financiero hasta 2014, con estimaciones optimistas. En España, Alemania, Reino Unido y Portugal el break even no llegará hasta 2015, mientras que en Francia, Italia, Finlandia y Suiza, la rentabilidad será más madrugadora, entre los años 2010 y 2012, debido al escaso número de competidores en los dos primeros casos o al bajo coste de la licencias. Este informe parte de una premisa muy conservadora sobre la expansión del UMTS: sólo el 10% del total de usuarios del móvil utilizarán esa tecnología en 2007.

Una previsión que contrasta con la de la mayor parte del resto de los informes más recientes, que auguran un éxito de abonados mucho mayor. Así, según las previsiones de IDC, en 2007, el 35% de los usuarios de los países de Europa Occidental dispondrá de un móvil de tercera generación, más de 119 millones. Análisis Researchs eleva la cifra al 70% en 2009. A escala mundial, un estudio de Strategy Analytics estima que el número de abonados de móvil pasará de los 1.390 millones con que acabó 2003 hasta los 2.100 en 2009. A finales de ese año, el 71% serán usuarios de 3G.

Y es que una de las primeras ventajas que posee la tercera generación es su universalidad, que permitirá ahorros importantes gracias a la compartición de redes y a economías de escala en operadores multinacionales como Vodafone o Telefónica, y amparará alianzas entre operadoras, como las ya existentes (Freemove y Alianza Móvil) . En Europa, el 3G se llama UMTS (Servicios Universales de Telecomunicaciones Móviles), un estándar que, a diferencia de lo que ha ocurrido hasta ahora con las generaciones anteriores (GSM y GPRS), se está imponiendo de salida en casi todo el mundo. Aunque sólo seis millones de clientes dispongan actualmente esta tecnología, que se ampliarán hasta los 12-15 millones a finales de este año, el crecimiento está asegurado: 119 licencias concedidas en 39 países (el 98% del total) han elegido las especificaciones del UMTS/WCDMA, según los datos de UMTS Fórum, la organización que agrupa a reguladores, operadores y fabricantes de equipos para el desarrollo de esta tecnología. Se trata en su mayor parte de países del continente europeo y del pacífico asiático, pero mercados hasta ahora opacos como el norteamericano están haciendo esfuerzos para sumarse al proyecto, como demuestra el compromiso del operador canadiense Rogers o de la estadounidense AT&T Wireless de asegurar la interoperabilidad.

Otra de las premisas que manejan los defensores del UMTS es que la mayor capacidad de tráfico del 3G permite rebajar los costes y aumentar el tráfico, elevando así los ingresos y los beneficios. Según Arthur D Little, el coste por minuto del UMTS es ocho veces inferior al de la segunda generación (GSM), aunque otros estudios rebajan este ratio hasta 4 veces inferior. En cuanto al coste de la red, el presidente de UMTS Fórum, Jean-Pierre Bienaimé, considera que 3G necesita entre un 30% y un 40% menos de inversión que el actual GSM en la fase inicial de despliegue, teniendo en cuenta la reutilización de los emplazamientos existentes. También la inversión en la informática que controla el servicio es menos de la mitad del coste del GSM.

Estos ahorros permiten la reducción drástica de tarifas como ya está haciendo en el Reino Unido "3", el operador propiedad de Hutchison, que ha bajado hasta un 50% las suyas.

Pero además, el salto tecnológico que supone el 3G permite ofrecer servicios de más alto valor, lo que aumenta el ingreso medio por cliente (ARPU, en sus siglas en inglés). Un fenómeno que ya está pasando en Japón, donde los cinco millones de clientes que disponen de terminales de última generación gastan un 30% más al mes que los que no disponen de ellos. Un informe de abril pasado de Goldman Sachs señala que el éxito del 3G en Japón, tras unos comienzos dubitativos, puede ser seguido en Europa. El secreto está en disponer de terminales atractivos (tamaño pequeño, poco peso y batería longeva), un adecuado nivel de cobertura y buenos planes de precios.

El informe UMTS: Estructura y servicios y oportunidades de negocio, uno de los últimos de UMTS Fórum, precisa que los ingresos de los tres principales servicios del 3G -acceso móvil a Internet, mensajería multimedia y entretenimiento a la carta- crecerá a un ritmo del 100% en los primeros años. No obstante, este organismo reconoce que a corto plazo no se registrará un significativo incremento del ARPU, aunque permitirá una mayor fortaleza en la generación del flujo de caja.

El pastel a repartir es suculento. Según Strategy Analytics, los ingresos totales de la telefonía móvil en todo el mundo crecerán un 63% en los próximos 5 años, desde 463.000 millones de dólares en 2004 hasta los 758.000 millones en 2009. No obstante, al incorporarse clientes de los países con menos renta (la penetración alcanzará el 32% de la población mundial en 2009), el consumo mensual medio caerá desde los 34,9 dólares actuales hasta los 31,2 dólares. No sucederá lo mismo en los países desarrollados. En Europa Occidental el ARPU va a aumentar una media del 2,4% anual y en EE UU crecerá un 6%.

Pero, ¿cuáles son los servicios en los que el cliente del móvil del futuro está dispuesto a gastar? La videollamada es el gancho comercial, pero es un servicio complejo que requiere un uso intensivo de capacidad de red que, con el nivel tecnológico actual no asegura su rentabilidad a corto plazo.

Al contrario, los servicios multimedia, y en particular el videostreaming (descarga de vídeos de corta duración) puede convertirse en una alternativa con márgenes suficientes en los primeros años, debido al menor uso de la red y sus menores costes. Luis Maldonado, responsable de comunicaciones móviles de Accenture, hace hincapié en los servicios corporativos para empresas como el principal filón de rentabilidad.

Sea como fuere, los operadores coinciden en que hasta 2006, el 3G no empezará a generar flujo libre de caja, cuando los servicios estén desarrollados y haya una masa crítica de clientes. Pero nadie se atreve a pronosticar cuándo será rentable para las compañías una llamada desde el UMTS.

Una joven enseña un móvil de tercera generación.

Un pacto de mínimos

Las operadoras españolas acaban de firmar el acuerdo con el Ministerio de Industria para la modificación de las condiciones de las licencias de UMTS, por el que se comprometen a invertir 6.270 millones en cinco años desde el lanzamiento de los servicios y de 11.200 millones en una década. Y ésas son las únicas cifras que se conocen de las cuentas del UMTS español, cuyo coste puede rondar los 30.000 millones de euros.

Ni Telefónica Móviles ni Vodafone ni Amena (Xfera no dispone de ningún portavoz) se atreven a dar previsiones de clientes, ingresos, y muchos menos de beneficios. Todos ellos creen que el UMTS no es una tecnología sustitutiva, sino complementaria , y que la riqueza de los contenidos generarán mayores ingresos que en la actualidad.

Telefónica y Vodafone darán cobertura en todo el país en 2009. La primera invertirá 1.000 millones de euros en 3 años, y la británica, 3.000 millones en cinco. Amena tendrá finalizado su despliegue un año después, en 2010, e invertirá 700 millones en seis años. De Xfera, que aún no opera, nada se sabe.

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