El gasto en salud de los nuevos, un 75% menor que la media de los 15
Si bien el gasto en salud por habitante de los Quince presentaba grandes diferencias antes de la ampliación -Luxemburgo dedicaba 2.600 dólares por cada ciudadano al año, mientras Portugal se quedaba en 982-, tras el 1 de mayo, la brecha en el esfuerzo económico en este apartado ha aumentado de forma considerable: el país de la UE que menos invierte en sanidad es ahora Lituania, con 206 dólares por habitante. La media de los Quince se establecía en 2001, según datos de la OMS, en 1.842 dólares por habitante. En el caso de los nuevos miembros no llegaba ni a 500 dólares, un 75% menos. A la cabez...
Si bien el gasto en salud por habitante de los Quince presentaba grandes diferencias antes de la ampliación -Luxemburgo dedicaba 2.600 dólares por cada ciudadano al año, mientras Portugal se quedaba en 982-, tras el 1 de mayo, la brecha en el esfuerzo económico en este apartado ha aumentado de forma considerable: el país de la UE que menos invierte en sanidad es ahora Lituania, con 206 dólares por habitante. La media de los Quince se establecía en 2001, según datos de la OMS, en 1.842 dólares por habitante. En el caso de los nuevos miembros no llegaba ni a 500 dólares, un 75% menos. A la cabeza del gasto sanitario por habitantes está Luxemburgo, que invierte una media de 2.600 dólares. Le siguen Dinamarca (2.545), Alemania (2.412), y Suecia (2.150). España, que ha ocupado durante años los últimos puestos, dedica una media de 1.088 dólares. Los nuevos socios que realizan un mayor esfuerzo son Chipre, que dedica 932 dólares de media por persona; Eslovenia, con 821; y Hungría, con 345. La parte del producto interior bruto (PIB) destinada a la salud también presenta grandes diferencias entre los dos bloques. La media de los viejos miembros es del 8,3%, una proporción en la que se sitúa la mayoría de los países desarrollados; sin embargo los socios recién llegados sólo arañan para la sanidad un 6,91% de su PIB. Alemania con 10,8 puntos de su riqueza nacional, y Estonia, con 5,5 de la suya, son la cara y la cruz de la sanidad en la UE.