Reportaje:

El transporte anima la inversión

El plan Transantiago abre oportunidades en un sector que mueve 700 millones de dólares

El Plan Transantiago, puesto en marcha por el Gobierno para modernizar el transporte público de la capital chilena, ha abierto nuevas oportunidades de inversión para un mercado que mueve 700 millones de dólares anuales. La iniciativa implica que Santiago tendrá un nuevo rostro, con buses modernos, recorridos racionales y licitados, estaciones de intercambio y conexión con el metro, definido como el corazón del sistema, y se combina con otras dos grandes obras de infraestructura en construcción: la duplicación de la red del metro, que en 2006 tendrá 87 kilómetros de extensión, y 210 kilómetros ...

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El Plan Transantiago, puesto en marcha por el Gobierno para modernizar el transporte público de la capital chilena, ha abierto nuevas oportunidades de inversión para un mercado que mueve 700 millones de dólares anuales. La iniciativa implica que Santiago tendrá un nuevo rostro, con buses modernos, recorridos racionales y licitados, estaciones de intercambio y conexión con el metro, definido como el corazón del sistema, y se combina con otras dos grandes obras de infraestructura en construcción: la duplicación de la red del metro, que en 2006 tendrá 87 kilómetros de extensión, y 210 kilómetros de autopistas urbanas, con peajes electrónicos para vehículos en movimiento.

El objetivo es mejorar en forma cualitativa el transporte en la capital y establecer un sistema orgánico y regulado para los cerca de 1.800 millones de viajes que realizan los santiaguinos al año. De las 230 empresas, muchas piratas, que participan hoy en el transporte de autobuses, se pasará a un esquema con 15 a 20 empresas en total, cada una con entre 200 y 500 vehículos, y que deberán pagar remuneraciones fijas a los conductores, a diferencia de lo que ocurre hoy, en que su salario depende del número de pasajeros que suban a cada máquina.

De las 230 empresas, muchas 'piratas', que participan en el transporte de autobuses, se pasará a un esquema con 15 a 20 empresas en total
La apertura al sector privado ha permitido inversiones superiores a los 5.500 millones de dólares en 36 obras para ampliar infraestructuras
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El proceso de cambios enfrentó la resistencia de un sector de los empresarios del transporte y de los conductores, que llegaron a paralizar la actividad en rechazo a la regulación y modernización. Ahora la oposición cuestiona supuestas descoordinaciones del Transantiago, pero el Gobierno y hasta el propio presidente Ricardo Lagos están comprometidos con el proyecto, uno de los principales para la celebración en 2010 del bicentenario de la independencia de España.

Además, todos coinciden en la necesidad de modernización del transporte capitalino y en que la situación actual no es sostenible. Una encuesta de origen-destino reflejó que entre 1991 y 2001 los santiaguinos redujeron sus viajes en autobús (del 59,6% al 42,1%) y metro (del 8,5% al 7,4%), mientras subieron los traslados en auto (del 18,5% al 38,1%). Si a esto se suma la competencia de los conductores de buses por subir pasajeros y el exceso de máquinas, se entiende que el diagnóstico de los usuarios y técnicos critique la congestión, inseguridad y deterioro del transporte terrestre.

Distintos calendarios

El Transantiago abre oportunidades de inversiones en cuatro rubros, con distintos calendarios de licitaciones, varios en sus primeras etapas: construcción de infraestructura vial y estaciones de intercambio, por 250 millones de dólares; tecnologías para los sistemas de transporte, en los buses y centros de control; puesta en marcha de una red de venta y distribución del acceso al sistema, y la financiación de vehículos por un mínimo de 230 millones de dólares y para la administración del sistema.

Esta drástica modernización del transporte es un ejemplo de la estrategia seguida por los Gobiernos democráticos para el desarrollo de la infraestructura y los servicios a través de concesiones al sector privado. Con el reinicio democrático, en 1990, Chile enfrentó la necesidad de realizar cuantiosas inversiones en infraestructura (carreteras, caminos, puentes, aeropuertos y puertos), para paliar el déficit que dejó la dictadura del general Augusto Pinochet. Con pocos recursos estatales para destinar a esta actividad, las nuevas administraciones abrieron estos sectores a la inversión privada (chilena y extranjera) mediante concesiones.

El sistema ha permitido desde entonces inversiones superiores a los 5.500 millones de dólares en 36 obras para ampliar y mejorar la infraestructura del país, incluyendo en especial carreteras, aeropuertos, embalses y edificios públicos.

Aunque las concesiones han enfrentado algunos problemas -de cumplimiento de los privados con fechas o financiamiento en algunos casos, y recientemente por acusaciones de corrupción que investiga la justicia-, éstos no han detenido los programas. Se requerirán inversiones por cerca de 3.500 millones de dólares para los próximos años en obras que incluyen un puente colgante que unirá la isla de Chiloé (1.100 kilómetros al sur de Santiago) con el continente, por 350 millones de dólares, hasta un aeropuerto nuevo para el polo turístico y empresarial de La Serena (500 kilómetros al norte de Santiago), por 25 millones de dólares.

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