Crítica:

Hipócrates en el laboratorio

Ninguno somos, ay, ajenos a ella. La medicina, en efecto, nos acompaña desde, como se dice en la vieja y conocida frase, la cuna a la tumba. Es conveniente, por consiguiente, saber algo de esta antigua, varias veces milenaria, disciplina. ¿Continúa siendo, como sin duda fue en otros tiempos, una compleja y delicada mezcla de arte, técnica y ciencia, o ya es sólo tecnociencia y socioeconomía? La mirada del historiador puede ser una buena ayuda para orientarse en la maraña que es la medicina actual, sobre todo la mirada del historiador que ni prescinde en su reconstrucción del presente, ni margi...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Ninguno somos, ay, ajenos a ella. La medicina, en efecto, nos acompaña desde, como se dice en la vieja y conocida frase, la cuna a la tumba. Es conveniente, por consiguiente, saber algo de esta antigua, varias veces milenaria, disciplina. ¿Continúa siendo, como sin duda fue en otros tiempos, una compleja y delicada mezcla de arte, técnica y ciencia, o ya es sólo tecnociencia y socioeconomía? La mirada del historiador puede ser una buena ayuda para orientarse en la maraña que es la medicina actual, sobre todo la mirada del historiador que ni prescinde en su reconstrucción del presente, ni margina, en vías a un "purismo" mal entendido, las dimensiones políticas, sociales y económicas de la medicina. Uno de esos historiadores -y de los más distinguidos- es Roy Porter, que fue (falleció hace poco, en marzo de 2002) catedrático de Historia Social de la Medicina en el prestigioso Centro Welcome Trust para la Historia de la Medicina de Londres, y cuya Breve historia de la locura fue publicada recientemente en versión española (Turner/Fondo de Cultura Económica, 2003). Ahora nos obsequia con otra "breve historia", esta vez de la medicina -Desde la Antigüedad hasta nuestros días, reza el subtítulo-, que se lee con facilidad y provecho. Enfermedades y cuerpo humano, laboratorios y hospitales, terapias y cirugía, así como, por supuesto, médicos y profesionales de distintos ámbitos que contribuyeron al avance de la medicina (desde Hipócrates y Galeno a Christiaan Barnard o Patrick Steptoe y Robert Edwards, cuyos trabajos en la fertilización in vitro de embriones humanos condujeron al nacimiento de Louise Brown, el "primer bebé probeta", pasando por, entre muchos otros, William Harvey, Andreas Vesalio, Florence Nightingale, Joseph Lister, Louis Pasteur, Robert Koch o Paul Ehrlich) pueblan sus capítulos, que en última instancia nos hablan tanto de la medicina como de la historia de la humanidad. En la línea que apuntaba antes, la de la historia como instrumento para entender y encarar mejor el presente y orientar el futuro, un capítulo con un interés especial es el último (La medicina en la sociedad moderna), en el que se plantean problemas que nos afectan hoy a todos. Problemas como: la pérdida de protagonismo de los médicos en el complejo engranaje en que se enmarca la división del trabajo relacionado con la salud (a finales del siglo XX, en Estados Unidos sólo una de cada diecisiete personas dedicadas a la atención sanitaria era médico); el que los gastos médicos han ido creciendo sin que esté claro que lo hayan hecho en proporción directa con el nivel de salud de la población; la situación de la medicina pública frente a la privada; o el que las diferencias entre los niveles de salud del Primer y el Tercer Mundo se hayan incrementado en lugar de reducido, hecho que lleva a Porter a escribir algo que nos debería hacer reflexionar: "La medicina moderna posee una capacidad excepcional de mantener a las personas vivas, sanas y sin dolores; y aun así su contribución a la mejora de la salud de la humanidad es más que discutible".

BREVE HISTORIA DE LA MEDICINA

Roy Porter

Traducción de Irene Cifuentes

y Teresa Carretero

Taurus. Madrid, 2004

302 páginas. 17 euros

Archivado En