Columna

Misterios gozosos de la globalización

La marcha de Clinton de la Casa Blanca, coincidiendo con el cambio de siglo, significó la eclosión de un movimiento contrario a la globalización realmente existente y a favor de una globalización política, judicial, ecológica, además de la globalización financiera. Este movimiento tuvo como principal virtud instalar en la agenda política de los que mandan (G-7, Ecofin, Foro de Davos, etcétera) aspectos de los que no se hablaba: la multiplicación de las desigualdades y los escasos éxitos en la reducción de la pobreza en el mundo. Se trataba de gobernar la globalización.

Era difícil prono...

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La marcha de Clinton de la Casa Blanca, coincidiendo con el cambio de siglo, significó la eclosión de un movimiento contrario a la globalización realmente existente y a favor de una globalización política, judicial, ecológica, además de la globalización financiera. Este movimiento tuvo como principal virtud instalar en la agenda política de los que mandan (G-7, Ecofin, Foro de Davos, etcétera) aspectos de los que no se hablaba: la multiplicación de las desigualdades y los escasos éxitos en la reducción de la pobreza en el mundo. Se trataba de gobernar la globalización.

Era difícil pronosticar a priori que con el triunfo de George W. Bush en las elecciones presidenciales de 2000, las cosas iban a ir a peor. El concepto de globalización fue sustituido por el de imperialismo militar, unilateralismo y proteccionismo económico aplicado por un Gobierno con amplia representatividad empresarial. En su reciente libro Las amenazas del imperio (Editorial Crítica), Charmers Johnson escribe que con su cientificismo espurio, el globalismo ha demostrado ser semejante al marxismo, cuyas raíces provienen del mismo terreno intelectual. "Como señala Steger, aunque disienten de los marxistas en su concepción del objetivo final del desarrollo histórico, los globalizadores comparten con sus adversarios ideológicos la afición por palabras como 'irresistible', 'inevitable' e 'irreversible', que utilizan para describir el proyectado camino de la globalización".

Los atentados del 11 de septiembre de 2001 contra las Torres Gemelas y el Pentágono significaron la frontera entre dos épocas. La historia demuestra que cuando coincide una crisis política con una recesión económica, la integración de la economía se detiene y emergen con fuerza los nacionalismos de uno u otro género. Ello ocurrió, por ejemplo, con la Gran Depresión de 1929, que culminó con la Segunda Guerra Mundial y el desarrollo del nazismo. El 11-S, la economía americana ya había entrado en recesión -aunque todavía no era visible para muchos ciudadanos- y había estallado la burbuja bursátil provocando un auténtico crash a cámara lenta. A ello se le añadieron los efectos políticos y psicológicos de la guerra contra el terrorismo, con la intervención en Afganistán y la ocupación de Irak, segundo país del mundo en reservas petrolíferas.

Por primera vez desde la década de los setenta y la primera crisis económica, el mundo no tenía locomotora económica. Se da así el primer estancamiento global, en el que EE UU y Europa están parados, y Japón sufre una espectacular decadencia con deflación. Los flujos de capital, de intercambio de bienes y mercancías, y de personas se reducen. Se detiene el crecimiento de las inversiones, el comercio y el turismo.

En sentido contrario, la historia demuestra que cuando las coyunturas marchan bien, se incrementa el grado de internacionalización de la economía. Y ello es lo que está ocurriendo ahora. Lo demuestran los últimos datos de la Organización Mundial de Comercio (OMC) y de la Organización Mundial de Turismo (OMT). Según la primera institución multilateral, en 2003 los intercambios comerciales crecieron en volumen un 4,5%, casi el doble que un ejercicio antes (el 2,5%). Las perspectivas para el año en curso son de un crecimiento del comercio mundial del 7,5%, y su mayor riesgo es el espectacular incremento del precio del petróleo, que, en el extremo, podría dar al traste con la recuperación.

China se ha convertido ya en el cuarto exportador mundial, habiendo crecido sus ventas en un año el 35%. Según Francesco Frangialli, secretario general de la OMT, el turismo mundial -medido en número de llegadas de turistas desde otro país a cualquier parte del mundo- aumentará en el año en curso entre un 2% y un 4%, deteniendo la regresión de 2003 (-1,2%), motivada por los riesgos de la guerra de Irak y la aparición de la neumonía asiática.

En tiempos de turbación no hacer mudanza: las empresas se hacen más conservadoras, invierten menos, y las personas viajan y consumen también menos. Parece que estamos saliendo de esa dinámica.

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