AGENDA GLOBAL | ECONOMÍA

La política económica en la Europa de 25

ESTE FIN DE SEMANA se constituye el mayor bloque económico del mundo. De repente, la población de la Unión Europea (UE) aumenta un 20% y crece su producto interior bruto (PIB) un 5%. Ocho de los 10 países que entran provienen del área de la antigua Unión Soviética, y antes de finalizar su integración política han tenido que realizar su transición militar (del Pacto de Varsovia a la OTAN) y su transición económica (de la planificación central a la economía de mercado).

Desde este último punto de vista, ¿adónde vienen los recién llegados? A una economía comunitaria convaleciente, que acab...

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ESTE FIN DE SEMANA se constituye el mayor bloque económico del mundo. De repente, la población de la Unión Europea (UE) aumenta un 20% y crece su producto interior bruto (PIB) un 5%. Ocho de los 10 países que entran provienen del área de la antigua Unión Soviética, y antes de finalizar su integración política han tenido que realizar su transición militar (del Pacto de Varsovia a la OTAN) y su transición económica (de la planificación central a la economía de mercado).

Desde este último punto de vista, ¿adónde vienen los recién llegados? A una economía comunitaria convaleciente, que acaba de salir del estancamiento y se desarrolla muy poco. En la reciente asamblea del Fondo Monetario Internacional (FMI), todo eran parabienes menos la coyuntura europea. Es paradójica la comparación de situaciones del primer mundo: EE UU, sobre todo, pero también Japón por primera vez en muchos años (¡y con inflación!), crecen a velocidad de crucero. Para conseguirlo no han dudado en romper con todas las ortodoxias: EE UU posee un déficit público que supera el 5% del PIB, y Japón, cerca del 8%.

El FMI ha recomendado a Europa una bajada de tipos y una política presupuestaria flexible. La respuesta no se hizo esperar: no habrá rebaja del precio del dinero y se abre expediente a los países con déficit excesivo

La UE tiene un crecimiento muy inferior y también un desequilibrio presupuestario más pequeño. Y lo que es más llamativo: aspira a que este último sea aún más reducido. Es decir, somos los más ortodoxos y al tiempo los menos dinámicos. Una institución tan ortodoxa como el FMI recomendaba a Europa bajar los tipos de interés y una política presupuestaria más flexible para salir del marasmo.

Las reacciones a esa recomendación del FMI no se han hecho esperar. Jean-Claude Trichet, presidente del Banco Central Europeo (BCE), acudió al Parlamento Europeo y desvaneció la hipótesis de una bajada del precio del dinero a corto plazo (los tipos de interés en Europa están al 2%, el doble que en EE UU), argumentando la persistencia de peligros inflacionistas relacionados con la subida del precio del petróleo, el incremento del dinero en circulación y el aumento de impuestos indirectos en distintos países de la Unión.

En cuanto a la política presupuestaria, el recién nombrado comisario de Asuntos Económicos y Monetarios de la UE, Joaquín Almunia, anunció en el mismo foro que Trichet su primera decisión: abrir distintos procedimientos comunitarios contra Holanda, el Reino Unido e Italia por superar el 3% del PIB, máximo permitido por el Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC). Estos países se unen así a Alemania y Francia, que no sólo incumplen este precepto, sino que también estarán fuera del mismo el año próximo.

Es cierto que Almunia no tiene más remedio que aplicar las reglas del juego mientras existan. Hubiera sido imprudente romper con la línea de tenaz defensa del PEC que hizo su antecesor, Pedro Solbes. Por tanto, existe cierta urgencia en reformar el PEC para flexibilizarlo. Almunia ya ha aclarado que esta reforma no se iniciará hasta que el Tribunal de Justicia de Luxemburgo no se pronuncie sobre la legalidad de su suspensión por parte de Alemania y Francia, el pasado mes de noviembre. Lo que durará varias semanas.

¿En qué consiste esa flexibilidad que afectará a cualquier país que se integre en la zona euro? Solbes había trabajado en las siguientes líneas de cambio: valorar tanto la deuda pública de los países como el déficit; permitir déficit excesivos en casos concretos y excepcionales; exigir superávit públicos con fines determinados en tiempo de bonanza. En definitiva, sobrepasar el límite del 3% de déficit cuando este hecho se debiera a una reforma estructural de gran calado (laboral, fiscal, o de grandes inversiones en infraestructuras o I+D), con la condición de que la deuda pública esté por debajo del 60% del PIB del país en cuestión, y un plan concreto para regresar a posiciones deficitarios por debajo del 3%. En resumen, tener en cuenta el momento del ciclo.

Pero incluso entre los actuales países incumplidores del PEC no existe consenso sobre la modulación de esta reforma del PEC, que ya afectará a los 25.

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