Crítica:EQUIPAJE DE BOLSILLO

La casa del asombro

"Imagino un volumen de memorias al estilo de una de aquellas bolsas de libros que los viajeros solían llevar consigo hace siglos. Una autobiografía a través de los libros que he leído y los lugares que he visitado". Cuando el lector de Diario de lecturas se encuentra con estas líneas tiene la sensación de que lleva doscientas páginas leyendo un capítulo de ese libro que Alberto Manguel considera "tarea para otra vida". Efectivamente, estos diarios que se extienden desde junio de 2002 hasta mayo de 2003 son ya ese lugar en el que "mis lecturas se incorporan a todo lo que hago, a todos lo...

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"Imagino un volumen de memorias al estilo de una de aquellas bolsas de libros que los viajeros solían llevar consigo hace siglos. Una autobiografía a través de los libros que he leído y los lugares que he visitado". Cuando el lector de Diario de lecturas se encuentra con estas líneas tiene la sensación de que lleva doscientas páginas leyendo un capítulo de ese libro que Alberto Manguel considera "tarea para otra vida". Efectivamente, estos diarios que se extienden desde junio de 2002 hasta mayo de 2003 son ya ese lugar en el que "mis lecturas se incorporan a todo lo que hago, a todos los sitios que visito". Los sitios que visita Manguel en ese año son innúmeros: Londres, Calgary, Turín, Terranova, Valladolid... y Buenos Aires, donde nació en 1948 y desde donde desgrana unos apuntes inolvidables sobre la crisis argentina, sobre su propia memoria y sobre La invención de Morel. Y sobre los milagros, porque estas páginas no se quedan en mero recuento de libros y viajes, son también el lugar en el que se detienen las opiniones de su autor sobre el cielo y el infierno -da varias definiciones-, sobre la identidad y la muerte, sobre el 11-S y la guerra de Irak; el lugar también al que van a parar las dudas de sus hijos, el recuerdo de su padre y, sobre todo, los días laborables en su casa en un pueblo de Francia. Los días laborables, el camino que va de una casa a un hogar: la biblioteca recién levantada, el jardín, los vecinos... Diario de lecturas está lleno de citas y lleno de listas: de objetos regalados, de héroes literarios, de científicos dementes, de características de la ciudad ideal, de ediciones que le gustaría tener a su autor. En cierto sentido, el libro nace de una lista, la que elaboró Alberto Manguel cuando decidió escribirlo a partir de la relectura de doce obras -una por mes- que un día le marcaron ("quizá sea por eso que leemos, y por qué en momentos de oscuridad regresamos a los libros. A fin de encontrar palabras para lo que ya sabemos"): de la citada novela de Bioy a Resurgir, de Margaret Atwood, pasando por El signo de los cuatro -un libro "sobre el equilibrio"-, de Conan Doyle; Las afinidades electivas -el "manual de etiqueta de la civilización goethiana"- o el Quijote -desde el que Manguel realiza un escrutinio bienhumorado que incluye el propio libro que el lector tiene entre las manos-. Amén de no detenerse en esa lista cerrada -Kafka y Alicia van y vienen-, el autor de Una historia de la lectura añade aquí nuevas notas sobre el oficio de lector, un oficio sin beneficio al que bien le podría cuadrar la definición de buen estudiante que Manguel escuchó en la radio: alguien que se deja asombrar. Paralelamente, el oficio de escritor sería el de alguien que no se deja. O no del todo. También de esto se habla en este libro pegado a la vida que despierta las ganas de leer y escribir. Dicen que cualquiera podría corregir una página de Cervantes, pero que pocos podrían escribirla. Así, cabría decir que a muchos podría habérseles ocurrido este libro, pero que muy pocos podrían haberlo escrito.

DIARIO DE LECTURAS

Alberto Manguel

Traducción de José Luis López Muñoz

Alianza. Madrid, 2004

247 páginas. 6,80 euros

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