Un maltratador se suicida en Pontevedra tras prender fuego a su casa mientras dormía la familia

Urbano Gutiérrez, un marinero jubilado de Cangas (Pontevedra), se ahorcó ayer en su domicilio, después de prender fuego a la vivienda en la que también vivían su mujer, una hija suya con su marido, y dos nietas. El suicida, que según sus familiares era alcohólico, había sido denunciado por su esposa por malos tratos en dos ocasiones, la primera hace 10 años y la segunda el pasado agosto.

Los hechos se desarrollaron poco antes de las seis de la mañana de ayer en la vivienda de una de las hijas casadas de Urbano Gutiérrez, en la que vivía el matrimonio, un bajo del número 6 de la calle de...

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Urbano Gutiérrez, un marinero jubilado de Cangas (Pontevedra), se ahorcó ayer en su domicilio, después de prender fuego a la vivienda en la que también vivían su mujer, una hija suya con su marido, y dos nietas. El suicida, que según sus familiares era alcohólico, había sido denunciado por su esposa por malos tratos en dos ocasiones, la primera hace 10 años y la segunda el pasado agosto.

Los hechos se desarrollaron poco antes de las seis de la mañana de ayer en la vivienda de una de las hijas casadas de Urbano Gutiérrez, en la que vivía el matrimonio, un bajo del número 6 de la calle de la Paz, en Cangas.

La mujer, Aurora Figueroa, que dormía en una habitación separada de la de su marido, fue la primera en notar algo. "Era un olor fuerte, como a aguarrás, pero no salí porque él a veces rondaba por la casa con un cuchillo en la mano", contó después. Cuando se decidió a dejar el cuarto, las llamas estaban ya ante el dormitorio de sus nietas. Despertó a todos y lograron abandonar la casa sin más lesiones que una leve intoxicación de su yerno a causa del humo.

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La Guardia Civil, al inspeccionar más tarde la vivienda, encontró a Urbano Gutiérrez ahorcado en una terraza trasera. Todavía vivía, pero murió antes de poder ser atendido en un centro médico. Según los bomberos, antes de colgarse había prendido fuego primero en el colchón de su cama y después en otros puntos, como una alfombra del pasillo o el cesto de la ropa sucia del cuarto de baño. Los vecinos de las cuatro plantas del edificio fueron desalojados para evitar que resultaran afectados por el humo.

Aurora Figueroa llevaba 33 años casada con su marido, un marinero que se había jubilado el año pasado. "Me pegó siempre, hasta que lo denuncié hace 10 años y desde entonces sólo me maltrataba y me insultaba. En las fiestas de la aldea, el verano pasado, lo denuncié otra vez, pero todavía no debieron de resolver nada porque no nos llegó ni un papel", aseguraba en la calle mientras los bomberos apagaban los últimos rescoldos en el interior de la casa.

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