Reportaje:

Accidentada vuelta a la normalidad

La venta de activos para cubrir el fraude contable no satisface a los accionistas de Ahold

La vuelta a la normalidad de Ahold, el grupo holandés de distribución, está siendo algo más accidentada de lo previsto por su nuevo presidente, Anders Moberg, el empresario sueco que tomó las riendas después de que el fraude contable destapado en febrero de 2003 le costara a la firma pérdidas de más de 1.200 millones de euros. Los obstáculos no son, esta vez, de carácter financiero puro.

El saneamiento de las cuentas está muy avanzado, con la venta de establecimientos repartidos por todo el mundo. El principal escollo es interno. Los accionistas rechazan pensar en el futuro, si antes no...

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La vuelta a la normalidad de Ahold, el grupo holandés de distribución, está siendo algo más accidentada de lo previsto por su nuevo presidente, Anders Moberg, el empresario sueco que tomó las riendas después de que el fraude contable destapado en febrero de 2003 le costara a la firma pérdidas de más de 1.200 millones de euros. Los obstáculos no son, esta vez, de carácter financiero puro.

El saneamiento de las cuentas está muy avanzado, con la venta de establecimientos repartidos por todo el mundo. El principal escollo es interno. Los accionistas rechazan pensar en el futuro, si antes no han sido sancionados todos los culpables de los escándalos financieros destapados en la filial estadounidense, US Foodservice, que infló los beneficios en más de 800 millones de dólares.

Los accionistas piden sanciones para todos los culpables de los escándalos financieros destapados en la filial estadounidense, US Foodservice
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Representados con ardor por el presidente de su asociación, Peter Paul de Vries, la mayoría de los accionistas se niega a enfilar la "ruta de la recuperación" trazada por Moberg, sin haber cerrado antes el capítulo de los defraudadores. La promesa de transparencia y buen gobierno efectuada por el presidente hace unos días en una junta extraordinaria no parece contentar a los dueños de títulos, que recibieron dos noticias en apariencia contradictorias. La primera fue el despido de 39 ejecutivos de Ahold y los expedientes disciplinarios abiertos a otros 60 más por el escándalo. La otra se refería a la cúpula, en este caso los antiguos directivos holandeses del grupo, que retendrían las tres cuartas partes de sus bonificaciones para los años 2001 y 2002. Los porcentajes a percibir sobre las correspondientes a 2003 están siendo analizados por los contables.

Una contabilidad turbia

"Esta gente es responsable del escándalo y sólo pierden un cuarto de sus aumentos. Es sorprendente", señala De Vries. Según Ahold, no se les puede reclamar más porque las bonificaciones dependían de las ganancias obtenidas por acción. La caída del volumen de negocios y de la cotización en Bolsa, por culpa del fraude, no afectaban el monto de las gratificaciones. Jim Miller, responsable de US Foodservice, sí renunciará a todo su cheque extra.

Anders Moberg, que iba a ganar 10 millones de euros en su primer año de trabajo y debió renunciar a las indemnizaciones para un posible despido, así como a parte de las garantías económicas pactadas a su llegada, quiere aliviar estos resquemores. Durante la junta de accionistas, recordaba que Ahold se gastó el año pasado unos 100 millones de euros en asesores legales y no desea efectuar nuevos desembolsos por culpa de una contabilidad turbia. Él atribuye los problemas de 2003 a "la falta de buenos controles internos y a las fechorías de un grupo de individuos". No hubo, por tanto, corrupción a gran escala y es preciso confiar en las medidas adoptadas para garantizar la integridad de los 15.000 gerentes que configuran el escalafón medio y superior de Ahold. Lo importante ahora no es pedir libros abiertos, como hace De Vries, mientras haya diligencias en marcha ordenadas por el Departamento de Justicia en Estados Unidos y la Fiscalía General en la propia Holanda. Lo que de veras cuenta para Moberg, además de la claridad contable "que irá percibiéndose a medida que se resuelvan las pesquisas" , es el saneamiento de la casa y la reducción de su deuda. Y para ello es preciso vender activos por un total de 2.500 millones de euros hasta el año 2005 y concentrarse en los mercados de Europa y EE UU.

Las ventas sí que están siendo bien documentadas. Hace poco, Ahold anunciaba que se desprendía de su cadena brasileña de supermercados Bompreco y de su filial de tarjetas de crédito Hipercard. El comprador de la primera es el gigante estadounidense Wal-Mart, en una operación que le reportará en total al grupo holandés unos 400 millones de euros. Esta pasada semana ha cedido a la chilena Cencosud su filial argentina Disco por 258 millones de euros.

Marzo ha sido también el mes en que Ahold concluyó su aventura en Asia. Con las cuentas ya cerradas en Indonesia y Malaisia, ahora se ha marchado de Tailandia. Para mejorar su rendimiento, la compañía clausurará el departamento de Estados Unidos, emplazado en Chantilly (Virginia), creando en su lugar una "oficina integrada" para todas las filiales en Boston (Massachusetts). En Europa pasará lo mismo. El Centro Europeo de Competencia de la ciudad holandesa de Zaandam, que apoya las labores de los Países Bajos, Escandinavia, Europa Central y la península Ibérica, sumará sus funciones a las del cuartel general de Ahold en Holanda.

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