Crítica:ESTRENO

El oso y el retoño

Probablemente harto de la imagen del ambiente gay que retrata la mayoría del cine español, repleto de rímel, plumas, casas de diseño, camisetas apretadas y músculo de gimnasio, Miguel Albaladejo ha decidido en Cachorro provocar desde el más mundano, terrenal y no menos homosexual ambiente de los llamados "osos": hombres entrados en carnes, sin afeitar y tan orgullosos de su condición como la más reina de las reinas de la noche.

Albaladejo, en su sexta película en seis años, vuelve a demostrar su facilidad para resultar cercano y para ofrecer ternura en las situaciones más ...

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Probablemente harto de la imagen del ambiente gay que retrata la mayoría del cine español, repleto de rímel, plumas, casas de diseño, camisetas apretadas y músculo de gimnasio, Miguel Albaladejo ha decidido en Cachorro provocar desde el más mundano, terrenal y no menos homosexual ambiente de los llamados "osos": hombres entrados en carnes, sin afeitar y tan orgullosos de su condición como la más reina de las reinas de la noche.

Albaladejo, en su sexta película en seis años, vuelve a demostrar su facilidad para resultar cercano y para ofrecer ternura en las situaciones más dramáticas. El protagonista de la historia, un treintañero con un estatus social y económico de nivel medio-alto que tiene que hacerse cargo de su sobrino de 11 años durante un buen tiempo, es un dechado de virtudes alrededor del sentido común.

CACHORRO

Dirección: Miguel Albaladejo. Intérpretes: José Luis García Pérez, David Castillo, Empar Ferrer, Elvira Lindo. Género: tragicomedia. España, 2003. Duración: 100 minutos.

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Aunque (manos a la cabeza de los sectores más retrógrados) también un hombre promiscuo y sin pareja fija, lo que le sirve al director y guionista para lanzar provocadoras y valientes ideas sobre el cada vez más actual debate de la adopción por parte de homosexuales. Además, ofrece buenas salidas a los personajes aparentemente más negativos (como el caso de la abuela del crío) para que no se conviertan en meros fantoches.

Sin embargo, como (lamentablemente) también suele ocurrir en las películas de Albaladejo, se respira cierto amateurismo, como de primera película realizada con pocos medios, muchas prisas, muy poco gusto por el detalle y poca exigencia consigo mismo, con personajes a los que no se les entiende su única frase y momentos que sobre el papel del guión debían ser acongojantes (como el encuentro en el cementerio entre tío, sobrino y amigos de éste), pero que sobre el celuloide resultan demasiado desastrados.

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