Malestar por la filtración a 'The Sun'
El diario The Sun se apuntó ayer una exclusiva periodística al adelantar las conclusiones del juez Hutton. Su éxito provocó el furor no sólo de la competencia, sino de las fuerzas políticas y del juez, que se declaró "contrariado" por la filtración y anunció que se reserva el derecho de tomar medidas contra el diario y contra su fuente.
La exclusiva, firmada por el editor político del diario sensacionalista, Trevor Kavanagh, fue también un éxito periodístico por la exactitud del texto, que reflejaba de manera impecable las conclusiones de lord Hutton. Algunos diarios había...
El diario The Sun se apuntó ayer una exclusiva periodística al adelantar las conclusiones del juez Hutton. Su éxito provocó el furor no sólo de la competencia, sino de las fuerzas políticas y del juez, que se declaró "contrariado" por la filtración y anunció que se reserva el derecho de tomar medidas contra el diario y contra su fuente.
La exclusiva, firmada por el editor político del diario sensacionalista, Trevor Kavanagh, fue también un éxito periodístico por la exactitud del texto, que reflejaba de manera impecable las conclusiones de lord Hutton. Algunos diarios habían recogido la exclusiva con cautela dado el sesgo progubernamental de la información publicada, pero resultó que ese desequilibrio no era sino reflejo del texto del juez. La sospecha se fundamentaba en que The Sun había mantenido una línea de enorme dureza con la BBC, algo nada casual si se tiene en cuenta que el propietario de The Sun es Rupert Murdoch, cuya plataforma televisiva Sky es rival de la corporación.
El enfoque del Sun y el hecho de que el Gobierno haya salido tan bien parado han espoleado la sospecha de que la filtración haya partido de Downing Street. Blair ha desmentido esa posibilidad y Kavanagh ha dicho que la fuente es alguien "que no tiene nada que ganar ni políticamente ni financieramente".
El juez había enviado copias del informe al Gobierno, a la BBC, a la familia Kelly, a Alastair Campbell, a los periodistas Andrew Gilligan y Susan Watts y también al speaker de los Comunes. Todos los receptores tuvieron que acatar el compromiso de no filtrar el documento y dar una lista de la gente que iba a acceder al texto. La imprenta que imprimió el informe fue vigilada por la policía y sus trabajadores cacheados al salir.