Aizkorbe muestra en San Sebastián sus últimos pasos en la simplificación de la escultura

El artista navarro presenta sus obras más recientes junto a bajorrelieves y 'collages'

La pintura fue su punto de partida, pero sólo eso, porque la escultura estuvo presente en los lienzos de Faustino Aizkorbe (Olloqui, 1948) desde sus inicios. "Oteiza decía que se hacía evidente la lucha de las tres dimensiones por salir de mis cuadros", recuerda. Y Aizkorbe acabó por rendirse en los años 70 a esta disciplina. Empezó con la madera y, con el tiempo, comenzó a utilizar otros materiales en su camino hacia la simplificación de la escultura. Sus trabajos más recientes -esculturas, collages y bajorrelieves- pueden verse en la galería Kur de San Sebastián.

Aizkorbe, un r...

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La pintura fue su punto de partida, pero sólo eso, porque la escultura estuvo presente en los lienzos de Faustino Aizkorbe (Olloqui, 1948) desde sus inicios. "Oteiza decía que se hacía evidente la lucha de las tres dimensiones por salir de mis cuadros", recuerda. Y Aizkorbe acabó por rendirse en los años 70 a esta disciplina. Empezó con la madera y, con el tiempo, comenzó a utilizar otros materiales en su camino hacia la simplificación de la escultura. Sus trabajos más recientes -esculturas, collages y bajorrelieves- pueden verse en la galería Kur de San Sebastián.

Aizkorbe, un rostro conocido en las ferias internacionales, ha levantado esculturas en la University Purdue Indianápolis (EEUU) o en ciudades de Corea y Japón. Sin embargo, nunca había expuesto en San Sebastián. Por ello, ha preparado minuciosamente durante un año su presentación en la capital guipuzcoana. En Kur (Zurriola, 6) presenta hasta el próximo día 28 una selección de su producción más reciente -el resto viaja a Art Miami y a Bolonia-: un centenar de collages, bajorrelieves y esculturas, la mayoría en madera, bronce negro y acero corten, que muestran su método de trabajo desde el boceto, hasta las dos y las tres dimensiones.

"El papel, los collages... son para mí un medio, pero definitivo. Los utilizo para poder trabajar y ver la escultura", explica. En este caso, para crear piezas abstractas que representan formas o figuras humanas, fundamentalmente cabezas, que le sirven como "pórtico", para materializar "esa inquietud de penetrar en la propia escultura" y, por tanto, en el hombre.

Hacia la esencia

El artista ha ido evolucionando con el tiempo hacia el minimalismo escultórico; ha ido despojando sus piezas de todo elemento innecesario para llegar a la esencia, a la línea, al trazo. Reconoce en ello la influencia de Jorge Oteiza, a quien conoció en sus inicios. "Me queda de él, sobre todo, el entusiasmo, y la forma espiritual y sensible de simplificar las esculturas", reconoce. "No llego a sus cajas metafísicas, ni mucho menos, pero sí elimino todo lo innecesario", explica. "Ese pórtico de alguna forma está inspirado en la línea recta, en el comportamiento del cubismo".

El encuentro con Oteiza, que redactó la carta de presentación de su primera exposición, fue clave en la trayectoria del artista navarro. Igual que los Encuentros que reunieron en Pamplona a finales de los años sesenta a escultores como Chillida, el propio Oteiza, Mendiburu o Basterretxea. Ambos acontecimientos supusieron un acelerón para su salto a la escultura. Lo demás lo ha puesto él sobre una base: "La inspiración no llega sin trabajo" y el trabajo debe difundirse.

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Su agenda no tiene desperdicio. Desde mañana y hasta el próximo día 15 expondrá sus trabajos en Art Miami con la galería argentina Granillo; entre el 20 y el 27 viajará a Bolonia con Luis Burgos de Madrid. En marzo, regresará a Miami y en junio presentará su obra en California y más adelante en Seúl (Corea). "En los 90 tuve la posibilidad de darme a conocer por distintos países", recuerda. "Esto explica que se me conozca más fuera que aquí". ¿Se dan en estas naciones más oportunidades a artistas que en principio no tienen un nombre? "En Estados Unidos, por ejemplo, hay mayor espíritu coleccionista que aquí a nivel popular. Los jóvenes van comprando para ir haciéndose con un patrimonio artístico. Aquí no existe tradición entre la gente común".

Las obras de Aizkorbe se han convertido en algunos casos en patrimonio de todos. Más allá de su presencia en museos, ocupan espacios públicos de distintas ciudades. Uno sus pórticos puede verse en el paseo de La Concha, aunque sólo temporalmente, hasta que finalice la actual muestra.

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