La familia pide ayuda ciudadana para detener a los criminales

Cabizbajo, lloroso y con el alma destrozada. Así llegó ayer el hijo menor de Jian Ping Xu al local que desde hacía dos años regentaba su padre cerca de la ribera del Manzanares. El joven, de sólo 14 años, aún estaba vestido con la misma ropa que llevaba cuando se produjo el atraco. El joven tenía manchados por la sangre de su padre los pantalones vaqueros, la cazadora beige y las zapatillas azules.

Su cara era el fiel reflejo de una tragedia. Los dos hijos del difunto Jian Ping Xu habían llegado hace menos de un mes a Madrid, después de que su padre lograra reunir el dinero suficiente p...

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Cabizbajo, lloroso y con el alma destrozada. Así llegó ayer el hijo menor de Jian Ping Xu al local que desde hacía dos años regentaba su padre cerca de la ribera del Manzanares. El joven, de sólo 14 años, aún estaba vestido con la misma ropa que llevaba cuando se produjo el atraco. El joven tenía manchados por la sangre de su padre los pantalones vaqueros, la cazadora beige y las zapatillas azules.

Su cara era el fiel reflejo de una tragedia. Los dos hijos del difunto Jian Ping Xu habían llegado hace menos de un mes a Madrid, después de que su padre lograra reunir el dinero suficiente para costearles el viaje y su estancia. Su alegría no duró más que unas pocas semanas.

Los vecinos no pronunciaban más que elogios de su convecino y tendero. "Era muy amable y maravilloso. Siempre que podíamos estábamos un rato con él, dentro de la tienda", señaló Raúl Carretero, un joven vecino de la zona. "Hace falta ser un sinvergüenza para atracar a este pobre inmigrante chino e intentar quitarle los cuatro euros que podía haber conseguido después de pasar todo el día detrás del mostrador de su tienda", añadió otro amigo.

Local cerrado

Muchos vecinos de la zona se enteraron de la dramática noticia al ver el despliegue de medios de comunicación. A otros le sorprendió que un local que siempre está abierto permaneciera cerrado y sin ningún cartel que explicase por qué. Más de alguna residente se llevó las manos a la cabeza y se le saltaron las lágrimas al ver el triste panorama. "Era una persona muy trabajadora que siempre te recibía con una sonrisa", señaló una vecina del fallecido, que vivía enfrente de la tienda, en la calle de Moreno Nieto.

La familia se mostró ayer costernada, por lo que solicitaron la ayuda de cualquier persona que hubiera visto el coche en el que huyeron los criminales o de alguien que pudiera facilitar su descripción. "Ya dudo incluso de que le vinieran a robar. La forma de actuar...". Elisa, la sobrina del fallecido, no pudo terminar la frase. Estaba destrozada.

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