Un 'culé' defensor del federalismo fiscal
Antoni Castells Oliveres (Barcelona, 1950) tiene todos los números de Cataluña, España y Europa metidos en la cabeza. Y en su memoria prodigiosa, compiten con las sucesivas alineaciones del Barça. Enfermizo culé, este catedrático de Hacienda Pública de la Universidad de Barcelona es uno de los mayores expertos de España en economía regional, arcas públicas autonómicas y locales y Estado de Bienestar.
Algunos miembros de CiU le describen como preparado y dialogante, y sus homólogos de otras autonomías del PSOE han visto, indisimulada, la mano de este firme defensor del federalismo...
Antoni Castells Oliveres (Barcelona, 1950) tiene todos los números de Cataluña, España y Europa metidos en la cabeza. Y en su memoria prodigiosa, compiten con las sucesivas alineaciones del Barça. Enfermizo culé, este catedrático de Hacienda Pública de la Universidad de Barcelona es uno de los mayores expertos de España en economía regional, arcas públicas autonómicas y locales y Estado de Bienestar.
Algunos miembros de CiU le describen como preparado y dialogante, y sus homólogos de otras autonomías del PSOE han visto, indisimulada, la mano de este firme defensor del federalismo fiscal en los puntos del acuerdo tripartito referidos al nuevo sistema de financiación. Le consideran un negociador inagotable y tenaz, mago de la argumentación a la hora de intentar convencer; en ocasiones, tozudo, y dispuesto a enriquecer con matices y modulaciones el discurso general del partido socialista en las autonomías más dependientes de las ayudas comunitarias.
Pero Castells, militante de Bandera Roja bajo el franquismo, redactor jefe de Taula de Canvi, dirigida por Alfonso Carlos Comín, y posteriormente subdirector de L'Opinió Socialista dirigida por Lluís Armet, tiene algún golpe escondido. Pocos saben que las letras de 10 canciones de un compañero de Facultad, Lluís Llach, son obra suya.
Y es que, subrayan sus compañeros de universidad, uno de los principales ideólogos de la cesión del IRPF a las autonomías es un hombre discreto y reservado que, por no contar, no cuenta de buenas a primeras ni siquiera batallitas sobre su pica en Luxemburgo, donde fue miembro del Tribunal de Cuentas de la Unión Europea entre 1994 y 2000. Esta experiencia europea le llegó tras su paso por la Sindicatura de Cuentas de Cataluña, de 1984 a 1989, y después de cuatro años como diputado del PSC en el Parlament.