Columna

La locura

Como era de esperar, saltó el Estatuto andaluz y su reforma. No hay chistera. Manuel Chaves venía anunciándolo desde hace dos años. Estatuto y modernización son los dos ejes principales que el presidente andaluz presenta para revalidar su victoria en las próximas elecciones. Eso y la cuenta de resultados que ya adelantara, para loor y gloria de Magdalena Álvarez, su homónimo en el Gobierno de Aznar, Cristóbal Montoro.

No gusta a la derecha más rancia que las cosas se muevan. Y cuando eso sucede, los dioses de las cavernas se agitan en su desesperación, lanzando llamaradas condenatorias....

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Como era de esperar, saltó el Estatuto andaluz y su reforma. No hay chistera. Manuel Chaves venía anunciándolo desde hace dos años. Estatuto y modernización son los dos ejes principales que el presidente andaluz presenta para revalidar su victoria en las próximas elecciones. Eso y la cuenta de resultados que ya adelantara, para loor y gloria de Magdalena Álvarez, su homónimo en el Gobierno de Aznar, Cristóbal Montoro.

No gusta a la derecha más rancia que las cosas se muevan. Y cuando eso sucede, los dioses de las cavernas se agitan en su desesperación, lanzando llamaradas condenatorias. Así, el meloso Zaplana amenaza a tirios y troyanos con la cárcel, precisamente quien siendo presidente de la Generalitat de Valencia, pedía lo mismo que Chaves. Y Teófila Martínez, más dada a la verborrea insultona, lo tilda de loco. Chaves, a tenor de cómo se mueven las procelosas aguas de La Moncloa, se está ganando un hueco en el correccional del Puerto de Santa María o, como mal menor, una camisa de fuerza en el hospital psiquiátrico de Granada. El peor de los estilos impuestos por Aznar (¡Pobre despedida parlamentaria!) se ha instalado en Andalucía y no le arriendo las ganancias a lo que nos espera en los próximos meses.

Como tampoco se las arriendo al intrépido, siempre lo fue, Arturo Moya. Sumergirse en las cloacas de Marbella es un ejercicio peligroso, arriesgado, posiblemente mortal. Moya Moreno, al que hay que reconocerle más valor que el guerra, pretende dar la vuelta al calcetín a Marbella y hacer que el Ayuntamiento y parte de sus políticos respeten las leyes. Destruir la Sodoma y Gomorra urbanística en que fue convertida por el depredador Jesús Gil posiblemente no conduzca a nada pero las leyes están para ser cumplidas.

¿Cómo quitar el hediondo olor dejado por Jesús Gil y su guardia pretoriana? ¿Cómo conseguir que las casi treinta mil viviendas ilegales sean legales? ¿Dónde están los millones de euros que volaron? ¿Los devolverá alguien al pueblo de Marbella, esquilmado y explotado por la ruindad de quienes esquilmaron las arcas municipales? Marbella es la cueva de Alí Babá y todo lo demás son ganas de querer marear la perdiz.

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