Cartas al director

Enseñanza pública en Béjar

Vivo con mi familia en Béjar, una localidad de 15.000 habitantes situada al sur de la provincia de Salamanca, casi en el límite de Extremadura. Algunas veces, el nombre de nuestro pueblo ha salido en el telediario o en los periódicos nacionales, pero siempre al final. O bien en las noticias deportivas, cuando alguno de nuestros magníficos ciclistas (Lale Cubino, Santi Blanco o Roberto Heras) han logrado algún triunfo, o bien cuando el hombre del tiempo informa a los esquiadores por nuestra flamante estación de esquí de La Covatilla.

Pues sepan ustedes que esta localidad tiene otra carac...

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Vivo con mi familia en Béjar, una localidad de 15.000 habitantes situada al sur de la provincia de Salamanca, casi en el límite de Extremadura. Algunas veces, el nombre de nuestro pueblo ha salido en el telediario o en los periódicos nacionales, pero siempre al final. O bien en las noticias deportivas, cuando alguno de nuestros magníficos ciclistas (Lale Cubino, Santi Blanco o Roberto Heras) han logrado algún triunfo, o bien cuando el hombre del tiempo informa a los esquiadores por nuestra flamante estación de esquí de La Covatilla.

Pues sepan ustedes que esta localidad tiene otra característica que nos hace distintos (no sé si únicos), y es que nuestros hijos entre 11 y 13 años, estudiantes de los dos primeros cursos de secundaria (ESO), desarrollan sus clases en los centros de primaria, en una situación que desconozco si es ilegal, pero estoy seguro de que sí irregular. Me refiero a centros de enseñanza pública.

Esto acarrea que, desde hace años, nuestros hijos no tengan profesorado especializado, que carezcan de material y aulas adecuadas, y que pierdan horas lectivas (aproximadamente un mes por curso, que se dice pronto).

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Y les aseguro que en esta localidad y su comarca no gozamos de ninguna bula fiscal. Pagamos nuestros impuestos religiosamente. Impuestos que, entre otras cosas, se dedican a subvencionar centros privados concertados. Incluso, al parecer, una parte de esos impuestos "sobra" y pasa a engrosar el flamante superávit presupuestario del señor Montoro.

Y nosotros, gente de pueblo, no podemos entender que haya superávit cuando nuestros hijos no tienen un centro público donde cumplir con su obligación y donde se vean satisfechos sus derechos.

Y eso que hemos sido buenos y hemos votado como gente de bien. Tenemos Ayuntamiento del PP, Diputación del PP, Comunidad Autónoma del PP y Gobierno del PP. ¡Que alguien nos ayude, por favor!

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