Tribuna:

El peligro de las patentes

Michel Doyle 44 años, ex-ilustrador médico y programador reciclado, trabajó en los 80 en la Universidad de California, ayudando a desarrollar la tecnología de navegadores. Años después, fundó Eolas, una compañía unipersonal, desde la que tras negociar con la Universidad la supuesta licencia de "mecanismos para insertar objetos dentro de documentos multimedia en sistemas distribuidos", (algo que ha formado parte de todos los estándares HTML desde los inicios de la Web) no paró, hasta que en 1998 la Agencia de Patentes USA, considerara patentada la idea que ciertos trozos de software (obj...

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Michel Doyle 44 años, ex-ilustrador médico y programador reciclado, trabajó en los 80 en la Universidad de California, ayudando a desarrollar la tecnología de navegadores. Años después, fundó Eolas, una compañía unipersonal, desde la que tras negociar con la Universidad la supuesta licencia de "mecanismos para insertar objetos dentro de documentos multimedia en sistemas distribuidos", (algo que ha formado parte de todos los estándares HTML desde los inicios de la Web) no paró, hasta que en 1998 la Agencia de Patentes USA, considerara patentada la idea que ciertos trozos de software (objetos) puedan estar "empotrados en un documento multimedia y al menos alguno de los datos del objeto se localizara de forma externa al documento, existiendo un mecanismo que soporte la interacción del usuario con el objeto"(Patente 5,838,906). La tecnología, supuestamente protegida por "la 906", tiene que ver con la flexibilidad clave de los navegadores, que permite al usuario, acceder a todas las posibilidades de la ventana consultada (lanzar un video, un audio, un gráfico mas detallado, el lector de Adobe para un PDF, o acceder a todos los programas Java en aplicaciones "plug-in"). La única diferencia entre el navegador descrito en la 906 y los habituales, reside en que el contenido se da en una nueva ventana, mientras que con el 906, esto se hace en la misma ventana que el resto de la pagina. Insistir, que la posibilidad de mostrar, o insertar, contenido generado por un programa externo en la misma ventana que el resto de la pagina Web, era ya en 1998, algo perfectamente abierto y usado. Sin embargo Eolas conseguía patentarlo, para a continuación, demandar a los fabricantes de buscadores y en especial a Microsoft. Este verano, llegó la decisión judicial: 1.47$ por unidad de Explorer vendida entre Noviembre 1998 y Septiembre 2001. Total 521 millones de dólares. Con razón, Microsoft recurrió judicialmente, pero mientras se ve obligado a planificar cambios en su navegador, que con buen criterio, decide pactar con el W3C. Estos, aunque menores, van a afectar a navegadores, herramientas de autor y a muchos sitios Web.

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Es en este marco, en el que se da el hecho sin precedentes, de la carta del padre de la WEB al Gobierno USA, solo comprensible por la autoridad moral de Tim, para pedir y razonar que, de forma inmediata, la 906 deje de ser patente. Están en juego grandes esfuerzos ya hechos y muchos desarrollos futuros. ¡Animo Tim!.

Gregorio Martín es catedrático y director del instituto de robótica de la Universidad de Valencia

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