Berlusconi y los sindicatos avivan su enfrentamiento por las pensiones

El Gobierno de Silvio Berlusconi y los grandes sindicatos italianos siguen enfrentados por la reforma de las pensiones y no entablan el menor diálogo. El Gobierno se declara dispuesto a negociar, pero prosigue con la tramitación parlamentaria del proyecto de ley que retrasa desde los 60 a los 65 años la edad de jubilación, e insiste en que sólo algunos detalles secundarios podrían ser modificados.

Los sindicatos exigen la retirada completa del proyecto como condición previa para reunirse con el Ejecutivo conservador, y siguen adelante con un programa de movilizaciones que incluye una gr...

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El Gobierno de Silvio Berlusconi y los grandes sindicatos italianos siguen enfrentados por la reforma de las pensiones y no entablan el menor diálogo. El Gobierno se declara dispuesto a negociar, pero prosigue con la tramitación parlamentaria del proyecto de ley que retrasa desde los 60 a los 65 años la edad de jubilación, e insiste en que sólo algunos detalles secundarios podrían ser modificados.

Los sindicatos exigen la retirada completa del proyecto como condición previa para reunirse con el Ejecutivo conservador, y siguen adelante con un programa de movilizaciones que incluye una gran manifestación en Roma el próximo 6 de diciembre.

La convocatoria de diciembre aspira a repetir el éxito conseguido por los sindicatos en 1994, contra el mismo presidente del Gobierno, Silvio Berlusconi, y también contra un plan de reforma del Estado de bienestar. En aquella ocasión se congregaron en Roma más de un millón de personas. Poco después, el multimillonario milanés reconvertido a la política canceló la reforma. Esa retirada supuso, en la práctica, el final de la primera "era Berlusconi" y el retorno al poder de las coaliciones de centro-izquierda.

El conflicto de las pensiones ha adquirido un tono abiertamente político. Varios sindicatos metalúrgicos anunciaron ayer que no participarían como tales en la marcha del 6 de diciembre, pese a que rechazaban la reforma, porque consideraban que la protesta rebasaba ya el ámbito sindical. Berlusconi, por su parte, sabe que arriesga mucho en el envite. Su popularidad desciende, sus aliados neofascistas de Alianza Nacional empiezan a tomar distancia respecto al primer ministro y a la reforma de las pensiones (sus parlamentarios han presentado enmiendas en el Senado, y su sindicato se suma a las manifestaciones) y el espectro de una crisis de gobierno empieza a dibujarse para principios de año.

Está por ver, sin embargo, la fuerza real de los sindicatos. Las cuatro horas de huelga general realizadas el 24 de octubre tuvieron un seguimiento desigual.

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