ELECCIONES 16-N

Polémica por un acto presidido por Mas que reunió a 18.000 jubilados

La izquierda y el PP acusan a CiU de utilizar electoralmente el cargo de 'conseller en cap'

El acto presidido ayer por el conseller en cap, Artur Mas, ante unos 18.000 jubilados en el Palau Sant Jordi se desarrolló como era previsible: entre protestas de la oposición, con piquetes incluidos. Tanto el PP como la izquierda consideran que Mas utiliza "escandalosamente" el cargo para promocionarse electoralmente. Un juicio que no comparte la Junta Electoral, que consideró institucional el acto celebrado ayer con motivo del Dia de la Gent Gran.

Cuando a los acordes de Baixant de la font del gat irrumpió la banda de la Associació Musical del Prat de Llobregat, el aforo...

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El acto presidido ayer por el conseller en cap, Artur Mas, ante unos 18.000 jubilados en el Palau Sant Jordi se desarrolló como era previsible: entre protestas de la oposición, con piquetes incluidos. Tanto el PP como la izquierda consideran que Mas utiliza "escandalosamente" el cargo para promocionarse electoralmente. Un juicio que no comparte la Junta Electoral, que consideró institucional el acto celebrado ayer con motivo del Dia de la Gent Gran.

Cuando a los acordes de Baixant de la font del gat irrumpió la banda de la Associació Musical del Prat de Llobregat, el aforo del Palau Sant Jordi estaba casi al completo con los ocupantes de más de 300 autocares llegados de toda Cataluña. Pasaban unos minutos de las cinco de la tarde y un kit institucional para gente mayor aguardaba sobre sus asientos a los jubilados rezagados. La bolsa, con la leyenda "Cat Gen Gran en Acció!", contenía la Carta de Drets i Deures de la Gent Gran de Catalunya, un tríptico con el programa del acto, un folleto sobre el Fòrum 2004 y la revista Vida activa, que muestra en portada a un Jordi Pujol y a un Artur Mas en jovial y animada charla. Cada cinco asientos, los organizadores habían colocado con diligencia una bandera catalana de medidas estándares: ni muy grande, ni muy pequeña.

Fuera el clima no era precisamente concordia y hermanamiento. Medio centenar de socialistas, capitaneados por el presidente de la federación de Barcelona, Joan Ferran, tuvieron que forcejear con una férrea organización que impedía a los ancianos entrar al interior del Palau Sant Jordi con el kit, mucho más lúdico, que ofrecía el PSC. La bolsa con la leyenda "Ara Maragall" contenía un par de globos por el cambio, un par de caramelos, una explicación política del porqué del cambio, el programa electoral del PSC y un abanico de un rostro con bigote en el que se caricaturizaba de manera amable al candidato socialista a la presidencia de la Generalitat.

Los piquetes y La Moreneta

Cuando la banda Sinfónica de Roquetes-Nou Barris atacaba las primeras notas de la sardana És la Moreneta, en los accesos del Palau Sant Jordi la organización separaba el grano de la paja y hacía que los jubilados depositaran los kits obsequiados por los socialistas. Pero no sólo eso: también cortó los accesos por la entrada principal y la adyacente al estadio Olímpico, de manera que el medio centenar de militantes del PSC se veía obligado a ir dando vueltas alrededor del Palau Sant Jordi, donde habían instalado el autobús de campaña. El presidente de la federación socialista de Barcelona manifestó: "Es una vergüenza que no nos hayan dejado pasar a la plaza de Europa, que han cerrado como si hubiese partido del Espanyol y esto es una clara falta de respeto a la libertad".

Para Convergència i Unió, en cambio, la acción del PSC es una muestra de actitud "sectaria y poco democrática". Los socialistas, según los convergentes, "vulneran" la resolución de la Junta Electoral y "se convierten, una vez más, en un partido de piquetes, tal y como hicieron en 1999" antes de las elecciones autonómicas al "boicotear" el mismo acto, que no se ha vuelto a repetir con estas dimensiones hasta este año, de nuevo es electoral. A pesar de las medidas de seguridad, Pasqual Maragall logró su objetivo: estar presente dentro del Sant Jordi. Aunque fuera gracias al calor, ya que algunos jubilados se abanicaban con el rostro del candidato socialista, como ya sucedió en 1999.Maragall estuvo también presente, en el Sant Jordi, por la vía familiar: el autor de la letra del ayer celebrado Cant de la senyera es Joan Maragall, abuelo del candidato socialista. Un detalle indicado para una fiesta de la tercera edad en la que Artur Mas quiso hacer un reconocimiento a la figura del maestro Jordi Pujol. "He tenido el privilegio de trabajar a su lado y se trata de una persona con una actitud no conformista, combativa, de entrega total", puntualizó. El aplauso que obligó al conseller en cap a interrumpir su parlamento no llegó con los paralelismo de edad entre la audiencia y Pujol, sino cuando se comprometió a mantener el complemento de pensión por viudedad. Pero la ovación más larga la arrancó el hombre que cerró la celebración, el esperado tenor Josep Carreras.

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La tranquilidad y sosiego con que transcurrió el acto contrasta con la tormenta política que ha desatado el hecho de que lo haya presidido Artur Mas, tal como hiciera Jordi Pujol el día antes de iniciarse la campaña electoral en las autonómicas de 1999. En los últimos tres años, en los que no ha habido cita con las urnas, el acto en cuestión se ha celebrado en aforos de poco más de 2.000 personas.

El primer secretario del PSC, José Montilla, arremetió contra CiU, el Gobierno catalán y el conseller en cap, Artur Mas, por utilizar a los jubilados "como mercancía electoral". Los socialistas consideran que el acto de ayer es un caso claro y escandaloso de instrumentalización de las instituciones públicas como plataforma para realizar una campaña política partidista. Montilla sostuvo que, en realidad, la participación de Mas en el acto de ayer es una nueva muestra "del estilo del personaje", que continuamente "confunde sus intervenciones en actos oficiales como si fueran actos partidistas", en los que se dedica a atacar a las demás fuerzas políticas, "como hizo la semana pasada en L'Hospitalet de Llobregat en la inauguración de una comisaría".

Montilla dijo que "este acto no debería haberse celebrado" en vísperas electorales. Que, en todo caso, Mas no debería haber intervenido en él, para estar en las mismas condiciones que los demás candidatos. Y le acusó de hipocresía porque aparenta estar a favor de políticas sociales, en este caso a favor de la tercera edad, "cuando en realidad su Gobierno está a la cola de todos los de Europa por la proporción de gasto social que incluye en sus presupuestos".

Pero lo peor de todo es, agregó, que estos actos de tipo paternalista muestran que CiU y Mas "tratan a la gente de la tercera edad como súbditos y no como ciudadanos" porque pretenden que "les estén agradecidos por algo que no es otra cosa que sus derechos".

En beneficio propio

En términos parecidos se expresó el candidato del PP a presidir la Generalitat, Josep Piqué, quien afirmó que el acto institucional es "nuevamente una utilización muy escandalosa del cargo" por parte del presidenciable convergente. "No deja de ser curioso que a esto, que pasa cada año, sólo se le dé realmente nivel e importancia cada cuatro años, coincidiendo con las campañas electorales", dijo, y añadió que "utilizar a la gente mayor para estas cosas tendría que dar vergüenza, pero ya estamos acostumbrados a que Mas utilice su cargo en beneficio propio, y demuestra una manera de hacer política".

También el líder de Iniciativa per Catalunya Verds (ICV), Joan Saura, se sumó a las críticas y acusó a Artur Mas de ser "el gran manipulador" de Cataluña. El candidato de ICV-EUiA denunció la "instrumentalización" política del acto por parte de Mas, de quien dijo que "es el político que en menos tiempo ha hecho más manipulación y un uso más partidista del dinero público en beneficio propio". Saura recordó, asimismo, la polémica por la manipulación de encuestas oficiales y ocultación de informes políticos encargados por el Gobierno de Convergència i Unió.

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