Entrevista:JUAN BAUTISTA SOLER | Promotor inmobiliario

"En la construcción ya no existe el dinero negro"

Pregunta. Todo apunta a que la construcción será cada vez más la locomotora de la economía.

Respuesta. Estamos en una época de crecimiento en la que los cambios que se están produciendo en esta ciudad son muy importantes y, si la promoción de viviendas siempre ha sido un factor importante, ahora nos encontramos a las puertas de un boom todavía más importante. No de construcción, sino de cambio de ciudad.

P. Cada vez tenemos más casas y menos fábricas. ¿No se está produciendo un efecto perverso en la economía?

R. No, lo que se está produci...

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Pregunta. Todo apunta a que la construcción será cada vez más la locomotora de la economía.

Respuesta. Estamos en una época de crecimiento en la que los cambios que se están produciendo en esta ciudad son muy importantes y, si la promoción de viviendas siempre ha sido un factor importante, ahora nos encontramos a las puertas de un boom todavía más importante. No de construcción, sino de cambio de ciudad.

P. Cada vez tenemos más casas y menos fábricas. ¿No se está produciendo un efecto perverso en la economía?

R. No, lo que se está produciendo es un reordenamiento. Cuando se dice que están desapareciendo fábricas, lo que están haciendo es trasladándose. El polígono industrial es una figura que no existía y las empresas que se han trasladado a ellos han encontrado unas sinergias que no podían tener aisladas. Es un cambio beneficioso para la ciudad y para las empresas.

"Los promotores tenemos la imagen de que queremos arrasarlo todo. Y no es así"
"No he conocido una bajada de precios en el sector, ni en los momentos más difíciles"
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P. Pero en proporción tenemos más casas que fábricas.

R. Tenemos las casas que hace falta tener. No es que se están haciendo por hacer.

P. ¿Hay suficiente mercado para absorberlas o habrá que instaurar la necesidad de tercera residencia?

R. Se está vendiendo todo. Los precios están bastante más altos, pero esto no responde a ningún capricho. Hay una serie de factores como el coste del suelo, de los materiales... Todo está encarecido y a pesar de ello se siguen haciendo casas y se siguen vendiendo. La ciudad está en puertas de ese salto y todavía es una muy buena inversión.

P. ¿Las ventas responden más a la inversión que a la necesidad?

R. Se está vendiendo por todo. Hay necesidad de cambio, de pasar de unas viviendas hechas en otras décadas que no reúnen las condiciones que hoy demanda la gente. Y hay también inversión. El ladrillo es uno de los sectores más seguros. No he conocido nunca que hubiera una bajada de precios en el sector, incluso en los momentos más difíciles ha habido una estabilización de precios.

P. El Banco de España acaba de advertir de el sector puede sufrir un "brusco ajuste" debido a la sobrevaloración de la vivienda.

R. Eso lo he oído muchas veces, pero la verdad es que la vivienda ahí está. Nunca la he conocido en bajada de precio. No está sobrevalorada: está en el valor que tiene. La Comunidad Valenciana está en la cola de los precios comparativamente con el resto del Estado. Y respecto a Europa, seguimos siendo todavía el país más barato.

P. ¿Por qué son tan reacios los promotores a construir viviendas de protección oficial?

R. No somos reacios. Esto es un negocio y en el mundo de los negocios se respeta el dinero. Cuando los números no salen, no puedes entrar. También podríamos decir que por qué ha estado tantos años congelado el precio de la vivienda protegida, y sin embargo los costes han seguido subiendo. Como empresarios queremos entrar allá donde haya un negocio; si no se puede hacer, es imposible.

P. ¿La Administración no propicia este tipo de viviendas?

R. Yo tampoco diría eso. Desde la época socialista, en la que se hizo un plan de viviendas que fue un paso muy importante para este sector, hasta el último plan que se ha hecho, que creo que es el mejor en cuanto a ayudas al comprador, la Administración ha demostrado un interés. Nosotros hemos solicitado repetidas veces la catalogación de Valencia como municipio singular, y esta vez parece que se nos atiende. ¿Queremos con ello ganar más dinero? No, lo que queremos es poder trabajar. Es muy llamativo que se dijera hace unos meses que con la catalogación un piso pasaría de valer 96.000 a 114.000 euros, que es cierto, pero también hay que mirar que en Valencia no hay viviendas de protección oficial de 96.000. Y si no hay, no hay ayudas. Y de 114.000 sí que van a poderse hacer, sí que van a tener ayudas y al comprador le va a costar incluso 6.000 euros menos que el año pasado.

P. ¿La urbanización en la costa ha de tener límites o el límite es hasta que se acabe el territorio?

R. Los promotores siempre tenemos la imagen de la bicha, que llegamos a un sitio y queremos arrasar. Eso no es así. El promotor es un mero ejecutor de unos planes urbanísticos que otras personas han redactado, consensuado y aprobado. Ejecutamos solamente donde los planes urbanísticos lo permiten.

P. Pero también reconocerá que hoy los promotores tienen más capacidad de influencia política que las oligarquías del siglo pasado, a las que han sustituido.

R. Pero también reconocerá usted que hoy la profesionalización del promotor es mucho mayor que antaño. Hablamos de épocas y regímenes pasados en los que se nos originó esta fama, yo no sé si bien o mal ganada, pero los cambios que se han producido en las empresas han sido muy grandes y equiparables a cualquier otra industria. Antes se hablaba de dinero negro y ahora ya no, porque no existe el dinero negro en este sector. El comprador tiene su cuenta vivienda y quiere desgravar, y el promotor tampoco quiere pagar nada en negro.

P. La Ley Reguladora de la Actividad Urbanística está puesta en revisión.

R. Es un orgullo que haya sido pionera en España. Ha movido mucho el sector y ahora está en una fase de estudio y corrección que me parece normal porque la práctica es la que demuestra dónde hay fallos. Si tenemos en cuenta que es una ley que inició el partido socialista y es una ley que terminó y apoyó el PP, qué difícil es tener hoy ese consenso. Eso demuestra que es una ley buena. La LRAU ha frenado la especulación que empezaba a surgir: especulación que no hace el promotor sino el propietario de los suelos.

P. También la Ley de Ordenación del Territorio está bajo lupa.

R. Es la que va a definir los espacios sobre los que no se va a actuar y los que se van a considerar de ejecución. La Federación de Promotores está por la labor de aprobar cualquier cosa que sirva para preservarnos la costa y el territorio, y nunca nos hemos opuesto a retrasar la línea marítimo-terrestre a 500 metros de la construcción, como dice la ley. Lo que pedimos es que en esa franja se nos obligase a urbanizar, porque lo que no queremos es hacer unos edificios que delante tengan un estercolero.

P. Usted quiere que Valencia sea una metrópolis.

R. Valencia es una ciudad que la gente que ha estado fuera cinco años ni la conoce. Se ha corrido a pasos agigantados y somos un referente para el turismo en Europa, y la prueba son los hoteles que se están construyendo. Pero todavía nos falta algo. Si tuviésemos la suerte de la adjudicación de la Copa América, sería el escalón final. La proyección de esta ciudad iba a ser espectacular. Valencia ha dejado de ser una ciudad pequeña y hay que empezar a hacerse el planteamiento del concepto metropolitano que se tiene en Madrid y Barcelona. No es lógico que con municipios que están pegados se diseñe en ambos lados del límite un colegio y un cementerio. Hay que tener una visión metropolitana de la ciudad.

P. ¿La huerta es un obstáculo para ello?

R. La huerta es una maravilla. Es un orgullo para todo el que se siente valenciano, y yo lo soy. Es uno de nuestros patrimonios históricos, y aquél que renuncie a ellos no sé si se merece vivir en esta ciudad. Se debe de proteger aquella huerta que sea digna de proteger con todas las consecuencias.

P. ¿Qué está pasando para que un promotor edifique 20 alturas cuando sólo tiene 10 autorizadas y el Ayuntamiento mire hacia otro lado, como en La Vila Joiosa?

R. No conozco el caso, pero si esto es así me parece una cosa sin sentido y de otra época. Si en esta ciudad ocurriera eso yo creo que hasta se lo derribaría. Es como entrar en un cajero y asaltarlo.

P. Antes ha puesto el énfasis en que se siente valenciano.

R. Para mí es uno de los mayores orgullos que tengo. Presumo de serlo. Soy empresario, pero antes que empresario soy valenciano.

P. ¿Más valenciano que español?

R. Yo me siento valenciano y español.

P. ¿Hecha en falta un partido de obediencia estricta valenciana fuerte?

R. Hombre, no estaría mal. A los valencianos nos iba a ir muy bien. Lo que pasa es que el carácter de los valencianos es muy difícil. Y no sé quién va a abandonar su trabajo para hacerlo.

P. ¿Todo lo que hace está presidido por esta vocación valencianista?

R. Sí. Allá donde voy. Incluso en tema del arte. Aquí no hay nada que no sea valenciano.

P. He visto un miró.

R. Es un grabado, pero todo lo demás que verá en este despacho es de artistas valencianos. Quizás podría tener un miró, original, pero prefiero tener un valdés, un miquel navarro, un carmen calvo o un uiso alemany. Cuando recibo gente me gusta presumir de lo valenciano. Antes de Navidad voy a regalar a la ciudad una escultura de Manolo Valdés, que se erigirá en San Vicente, 26, junto a un edificio que hemos construido.

P. El nombre de su familia tiene una dimensión social, sobre todo desde la irrupción de su padre en el Valencia CF. ¿Está usted detrás?

R. Éste es un asunto de mi padre que conozco perfectamente, pero somos empresas distintas. Lo que le mueve es intentar una paz social que hace mucha falta.

P. Usted ha sonado a menudo para presidente del Valencia.

R. Sí, y para el Gobierno... Mire, tengo una familia y tengo mi empresa. Esto me ha costado mucho trabajo y no lo voy a dejar por el Valencia. Y me gusta mucho el Valencia. Para poder plantear el Valencia como una empresa se necesita una dedicación exclusiva.

P. ¿Es cierto que empezó desde abajo?

R. Sí, como me suspendían Formación del Espíritu Nacional y Religión me castigaban. Mi padre me castigaba a ir a la obra. Lo hacía todo, y era un placer. Al final siempre esperaba que me suspendieran la Política y la Religión para irme a la obra. A mí nadie tiene que decirme cómo se hace un tabique, porque si lo dudan me subo a un andamio y lo hago.

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