Conservatorio fantasma
Justo hace un año que la Comunidad inauguró en el barrio de El Espinillo, en Villaverde, un conservatorio de música. Grandes discursos, muchas felicitaciones, ilusiones y expectativas para infradotada la zona sur. Doce meses después, la realidad: este curso nadie podrá estudiar primero en piano, ni en guitarra, ni en flauta, violín, viola, clarinete, fagots. No hay dinero, no hay profesores, el nuevo edificio está a punto de convertirse en buque fantasma.
No importa que en junio convocaran pruebas de acceso, tres jornadas de exámenes, ¿para qué, si ni siquiera quien sacó un diez ha podi...
Justo hace un año que la Comunidad inauguró en el barrio de El Espinillo, en Villaverde, un conservatorio de música. Grandes discursos, muchas felicitaciones, ilusiones y expectativas para infradotada la zona sur. Doce meses después, la realidad: este curso nadie podrá estudiar primero en piano, ni en guitarra, ni en flauta, violín, viola, clarinete, fagots. No hay dinero, no hay profesores, el nuevo edificio está a punto de convertirse en buque fantasma.
No importa que en junio convocaran pruebas de acceso, tres jornadas de exámenes, ¿para qué, si ni siquiera quien sacó un diez ha podido entrar? Lo peor de la burocracia, impersonal, injusta e inútil, es que no permite pensar en los demás: si por lo menos nos hubieran dicho en junio que no habría plazas, podríamos haber evitado el examen, haber buscado otro lugar donde nuestros hijos puedan estudiar a salvo de promesas incumplidas.