TEATRO | MERCÈ 2003

La mezcla callejera

La Rambla del Raval ha acogido durante dos días, ayer y anteayer, lo que los responsables de la programación de las fiestas de la Mercè han denominado Mixtur-Arts, o la fiesta de las culturas callejeras. Tres escenarios ubicados en los extremos y el centro de la rambla han servido de plataforma a una veintena de grupos de artistas urbanos emergentes de los movimientos migratorios, quienes habitualmente se encuentran fuera de los circuitos de la cultura oficial.

Provenientes mayoritariamente de culturas no europeas y con un claro dominio de los argentinos, los diversos grupos presentaron...

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La Rambla del Raval ha acogido durante dos días, ayer y anteayer, lo que los responsables de la programación de las fiestas de la Mercè han denominado Mixtur-Arts, o la fiesta de las culturas callejeras. Tres escenarios ubicados en los extremos y el centro de la rambla han servido de plataforma a una veintena de grupos de artistas urbanos emergentes de los movimientos migratorios, quienes habitualmente se encuentran fuera de los circuitos de la cultura oficial.

Provenientes mayoritariamente de culturas no europeas y con un claro dominio de los argentinos, los diversos grupos presentaron una programación en la que participaron diversos colectivos de artistas contemporáneos. Espectáculos de calle de pequeño formato (clown, títeres), danza, música y performances se simultanearon a lo largo de la tarde del martes y del día de ayer. Y aunque todo esto, dicho así, suena de lo más atractivo, en realidad la calidad de las actuaciones no deja de ser la que ya estamos acostumbrados a ver de manera espontánea en La Rambla, la plaza del Pi u otros rincones de la ciudad de Barcelona.

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Malabares con mazas y diábolos, acrobacias y simpáticos números de clown iban congregando a los niños que salían del colegio el martes por la tarde y a los curiosos que merodeaban por ahí. Los primeros en actuar, Niño Costrini, en el Espai Circ, y Furman Ferramenta, en el Espai Central, ambos clowns argentinos, se quejaban de la falta de motivación del público y les costó arrancar la fiesta. Poco a poco, con la incorporación de las actuaciones de danza y música del Escenari Nord, la Rambla del Raval se iba llenando de jóvenes que se incorporaban a la diversión con sus primeras cervezas, perros abandonados y vecinos que se iban instalando en los bancos del paseo y las terrazas de los bares, o se sentaban directamente en el suelo. Junto al escenario central, en una instalación de camerinos al aire libre (Trans-Form-Arte, fábrica de personajes), artistas del cuerpo y del peinado maquillaban y peinaban con fantasía a los que después actuaban al lado.

Una de las intervenciones que despertaron más curiosidad entre los jóvenes fue la del Grupo Capoeira de Barcelona, con las contorsiones y acrobacias propias de la cultura afrobrasileña al ritmo de la percusión en directo. Los niños quedaron embelesados con la danza del vientre de Saraswati, una marioneta del grupo angloindio Indigo Moon, a la que después tuvieron ocasión de acercarse para ver de cerca cómo funcionaba.

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