Berlusconi: "Supongamos que soy el Duce..."

Silvio Berlusconi afirmó ayer que le divertía provocar polémicas. Y acto seguido, durante una rueda de prensa, junto al primer ministro de Dinamarca, Anders Fogh Rasmussen, dio la palabra a un periodista con esta frase: "Supongamos que soy el Duce...". El jefe del Gobierno italiano hizo la supuesta broma en referencia a unas declaraciones del ex presidente Oscar Luigi Scalfaro, quien el fin de semana hizo notar, durante un acto público, algunas similitudes entre Berlusconi y el dictador fascista Benito Mussolini. "Recordemos que Mussolini también alcanzó el poder legalmente", dijo Scalfaro....

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Silvio Berlusconi afirmó ayer que le divertía provocar polémicas. Y acto seguido, durante una rueda de prensa, junto al primer ministro de Dinamarca, Anders Fogh Rasmussen, dio la palabra a un periodista con esta frase: "Supongamos que soy el Duce...". El jefe del Gobierno italiano hizo la supuesta broma en referencia a unas declaraciones del ex presidente Oscar Luigi Scalfaro, quien el fin de semana hizo notar, durante un acto público, algunas similitudes entre Berlusconi y el dictador fascista Benito Mussolini. "Recordemos que Mussolini también alcanzó el poder legalmente", dijo Scalfaro.

Mientras el primer ministro danés forzaba una sonrisa, Berlusconi añadió: "Soy ciertamente un extraño en la política, no soy un político profesional ni quiero serlo; lo cual no significa que sea antipolítico. Creo que decir la verdad en ciertas situaciones, en sintonía con lo que piensan los ciudadanos, contraviene los conceptos de la corrección política". "Yo, en el fondo, me divierto provocando esas reacciones, y no tengo motivo alguno para cambiar", agregó.

Berlusconi forzó la semana pasada todos los límites de la corrección política cuando en unas declaraciones a la revista londinense The Spectator calificó de "perturbados" a todos los jueces. Luego, cuando sus propios compañeros de partido le rogaron que rectificara aclaró que no se refería a "todos los jueces", sino a "unos cuantos" cuyo comportamiento era "evidentemente sedicente". Ésos eran, sin duda, los que habían insistido en perseguirle por presunta corrupción crónica, pese a la ley de inmunidad aprobada por la mayoría conservadora.

El peculiar gracejo de Berlusconi se hizo notar con espectacularidad en julio, cuando asumió la presidencia semestral de la UE y, según él "con ironía", indicó a un eurodiputado alemán que sus características personales le hacían idóneo para interpretar en alguna película el papel de kapo de un campo de concentración nazi. La "ironía" creó una tormenta en las relaciones con Alemania.

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