OPINIÓN DEL LECTOR

Renovar el DNI en Pamplona

Debido al extravío de mi DNI, estuve hace pocos días en la oficina donde se gestiona su solicitud y renovación. Había estado hace cuatro años y la renovación fue bastante sencilla: se iba o se llamaba por teléfono, se pedía cita y el día que tocaba ir se hacía la gestión sin mayores complicaciones.

Desde entonces la situación ha cambiado bastante. Para empezar, no se atiende el teléfono que está ininterrumpidamente comunicando. Para seguir, cuando una llega a la oficina se encuentra con un montón de gente en la calle, la mayoría renegando. Algunos llevan una hora y calculan que tienen p...

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Debido al extravío de mi DNI, estuve hace pocos días en la oficina donde se gestiona su solicitud y renovación. Había estado hace cuatro años y la renovación fue bastante sencilla: se iba o se llamaba por teléfono, se pedía cita y el día que tocaba ir se hacía la gestión sin mayores complicaciones.

Desde entonces la situación ha cambiado bastante. Para empezar, no se atiende el teléfono que está ininterrumpidamente comunicando. Para seguir, cuando una llega a la oficina se encuentra con un montón de gente en la calle, la mayoría renegando. Algunos llevan una hora y calculan que tienen para otro par, otros llevan ya dos horas y no tienen ni idea de cuánto tiempo de espera les queda aún. Dentro el caos es todavía mayor: todo el mundo lleva un número y nadie sabe cuándo le tocará.

Y es que el sistema es el mismo que en la frutería, coges número y esperas, sólo que en vez de 10 tienes unas 200 personas delante. En un momento dado los números se acaban y nadie pone más. Entonces, la sufrida funcionaria que atiende el mostrador de información explica que no sabe si dentro de hora y media pondrán o no más números, puede que sí o puede que no. Mientras tanto, en la calle se acumula gente sin número que no sabe si al final de la espera le atenderán o no, y los ánimos se van caldeando.

Se mira mal a los inmigrantes que hacen cola y se insinúa que son ellos los culpables del tremendo follón que hay allí preparado. Tampoco se libran de las miradas inquisidoras ni de la consideración de vagas las personas que, sin dar abasto, trabajan en la oficina.

Y yo me pregunto ¿de verdad creemos que son los inmigrantes o las trabajadoras de dichas oficinas los culpables de esta situación? ¿no tendrán nuestros gobernantes alguna responsabilidad en este tema?

Afortunadamente mi DNI ha aparecido, pero sólo pensar en su renovación me produce escalofríos.

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