Marina: "Una religión estúpida es inevitablemente un peligro"

Una metáfora del filósofo José Antonio Marina sobre la incomunicación subrayó anoche los aplausos que minutos antes había arrancado el teólogo Enrique Miret Magdalena en honor de los numerosos miembros de la Asociación de Teólogos y Teólogas Juan XXIII reprendidos o castigados por la inquisición de la Iglesia romana. Esta asociación inició ayer su XXIII congreso, que reúne hasta el domingo a un millar de pensadores y docentes de religión en la sede madrileña de Comisiones Obreras.

Dijo Marina: "Imaginemos unos turistas que visitan una catedral. Un grupo entra en ella y otro se queda fue...

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Una metáfora del filósofo José Antonio Marina sobre la incomunicación subrayó anoche los aplausos que minutos antes había arrancado el teólogo Enrique Miret Magdalena en honor de los numerosos miembros de la Asociación de Teólogos y Teólogas Juan XXIII reprendidos o castigados por la inquisición de la Iglesia romana. Esta asociación inició ayer su XXIII congreso, que reúne hasta el domingo a un millar de pensadores y docentes de religión en la sede madrileña de Comisiones Obreras.

Dijo Marina: "Imaginemos unos turistas que visitan una catedral. Un grupo entra en ella y otro se queda fuera. Ambos se comunican por móviles. Los de dentro dicen que ven unas vidrieras brillantes, coloreadas, bellísimas. Los de fuera, que las vidrieras son grises y opacas. ¿Quién dice la verdad? Los dos. Por más que intenten razonar no se pondrán de acuerdo, porque la evidencia en que basan sus afirmaciones es distinta. La única forma de ponerse de acuerdo es que los de dentro salgan a mirar desde afuera, y los de fuera entren a mirar desde dentro".

La persecución se emplea en teología, no en aritmética (al menos desde el escarmiento por el caso Galileo), porque en aritmética existe conocimiento, mientras que en teología sólo hay opinión, credulidad o papolatría. La jerarquía del catolicismo no termina de entenderlo así. La relación de teólogos castigados hecha ayer por Miret Magdalena es tan apabullante como variada, el último Juan José Tamayo, secretario general de la asociación convocante del multitudinario congreso. Y los desencuentros no parecen tener fin, salvo que se propicie esa comunicación de dentro afuera, y viceversa.

El filósofo Marina es poco optimista: "Pasar de dentro afuera -del mundo religioso al natural- es fácil, porque todos estamos instalados en el mundo natural. Por eso sus evidencias son universalizables. Por el contrario, pasar del mundo natural al religioso es extremadamente complicado. Por eso, sus evidencias son privadas. Las tiene quien las tiene".

Sobre las experiencias

Así las cosas, Marina sostuvo que hay modos inteligentes y modos estúpidos de ser religioso. "La vida de la inteligencia consiste en corroborar, ampliar, iluminar, criticar, depurar las ocurrencias y experiencias que tenemos. Con la experiencia religiosa sucederá lo mismo que con otras experiencias. Unas veces serán supersticiosas, torpes, rebuznantes, y otras serían críticamente aceptadas, cuidadosamente aclaradas. Dada la importancia que las religiones tienen, es una tarea urgente procurar que la experiencia religiosa sea lo más inteligente posible. Una religión estúpida es inevitablemente un peligro", sostuvo el autor de Dictamen sobre Dios.

El multitudinario congreso de teólogos, al que este año no asiste ningún obispo pese a estar todos expresamente invitados, analizará el tema Cambio de valores y cristianismo, "una reflexión teológica necesaria para no vivir en las nubes", explicó Miret Magdalena, presidente de la Asociación Juan XXIII.

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