Cartas al director

Aclaración desde Bagdad

Ese diario daba en su edición de 22 de agosto un titular que algunos consideraron escandaloso y que incluía la mención del diminutivo "solito", coloquialismo centroamericano fruto quizá de un "contagio" lingüístico en el uso del idioma común, debido al largo tiempo que pasé en aquellas tierras. La frase, absolutamente secundaria en el curso de una larga intervención telefónica solicitada y concedida a otro medio, fue cuidadosamente extraída para montar un titular en apoyo de una tesis preconcebida: inducir a la identificación del falso culpable de una muerte en acto de servicio producida por u...

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Ese diario daba en su edición de 22 de agosto un titular que algunos consideraron escandaloso y que incluía la mención del diminutivo "solito", coloquialismo centroamericano fruto quizá de un "contagio" lingüístico en el uso del idioma común, debido al largo tiempo que pasé en aquellas tierras. La frase, absolutamente secundaria en el curso de una larga intervención telefónica solicitada y concedida a otro medio, fue cuidadosamente extraída para montar un titular en apoyo de una tesis preconcebida: inducir a la identificación del falso culpable de una muerte en acto de servicio producida por una matanza terrorista colectiva. Otra vez el viejo recurso de la descontextualización, forzada hasta límites considerados inconcebibles por quien sólo trató de explicar con paciencia y precisión por qué no cabía buscar otros responsables de una muerte súbita, producida en lapso de tiempo inferior a una hora, como se pudo conocer con arreglo a los datos de que posteriormente a los hechos dispusimos. Todo ocurrió con tal rapidez que no dio ni pudo dar cabida a ciertas hipótesis malévolamente sugeridas, con objetivo tan claro que no vale la pena comentar, desde algunos medios que me entrevistaron: negligencia culposa, mala práctica médica o traslado inadecuado del herido. Todo ocurrió en el marco de un caos casi indescriptible, como pudieron explicar algunos testigos visuales e imaginar sin mayor esfuerzo centenares de millones de telespectadores en todo el mundo. De nuevo queda cumplido el ingenioso y cínico aforismo del viejo periodismo: no permitas que la realidad malogre tu noticia. Lástima que un periódico tan solvente y prestigioso haya incurrido en esa viciosa práctica. Lamento que una espontaneidad tal vez inexcusable permitiera deslizar un término inapropiado en el curso de una larga explicación orientada precisamente en dirección contraria al objetivo del titular. Por mi parte, renuncio a cualquier polémica ulterior sobre tan penoso asunto, respetando el legítimo y lógico deseo de una familia ejemplar.

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