Cuatro años de cárcel para la dueña de una residencia por estafar a una anciana y a su hijo

La Sala Penal del Tribunal Supremo ha confirmado la condena a cuatro años de cárcel impuesta por la Audiencia de Zaragoza a la dueña de una residencia de ancianos por estafa continuada de más de 109.000 euros a una residente de 90 años y a un hijo de ésta con las facultades mentales deterioradas. La condenada deberá indemnizar a las víctimas o a sus familiares con más de 82.500 euros.

Los hechos declarados probados ocurrieron entre 1996 y 1997 y consistieron sustancialmente en que Carmen María Hurtado Argote, propietaria y directora de la Residencia de Ancianos Carmen, de Zaragoza, conv...

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La Sala Penal del Tribunal Supremo ha confirmado la condena a cuatro años de cárcel impuesta por la Audiencia de Zaragoza a la dueña de una residencia de ancianos por estafa continuada de más de 109.000 euros a una residente de 90 años y a un hijo de ésta con las facultades mentales deterioradas. La condenada deberá indemnizar a las víctimas o a sus familiares con más de 82.500 euros.

Los hechos declarados probados ocurrieron entre 1996 y 1997 y consistieron sustancialmente en que Carmen María Hurtado Argote, propietaria y directora de la Residencia de Ancianos Carmen, de Zaragoza, convenció a las víctimas para que le otorgaran amplísimos poderes notariales, que utilizó en su beneficio mediante una serie de transferencias y operaciones bancarias. En una de las estafas participó María Concepción Serrano Moreno, encargada de la residencia, condenada a tres años y medio.

La sentencia del Supremo, de la que ha sido ponente el magistrado Cándido Conde-Pumpido Tourón, desestima los recursos de las condenadas y razona que se trata de "un supuesto paradigmático de abuso de relaciones personales" y de "una maquinación engañosa perfectamente urdida, facilitada por las relaciones entre defraudador y víctimas, pero con sustantividad propia".

El Supremo resalta que las recurrentes "eran plenamente conscientes de la acusada ancianidad y la enfermedad mental, respectivamente, de sus víctimas, es decir, de su especial fragilidad mental, y se aprovecharon precisamente de ello (...) para despojarles parcialmente de su patrimonio".

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