Reportaje:EXCURSIONES | Arroyo de las Guarramillas

Aquí se bañaba Sócrates

Cascadas y pozas históricas jalonan este curso, origen del río Lozoya, en las cercanías del puerto de los Cotos

A un kilómetro al sur de Cotos, junto al refugio del Pingarrón, el arroyo de las Guarramillas forma la muy famosa poza de Sócrates. Menos conocida es la anécdota de aquel alemán que, allá por 1940, manifestó al verla que era un lugar en verdad apropiado para la meditación filosófica. Pero justo entonces acertó a pasar otro excursionista que le hizo notar que la poza no debía su nombre al sabio ateniense, sino a Sócrates Quintana, que precisamente era su cuñado, y de Mieres para más señas. También debería haberle dicho, aunque ya hubiese sido mucha guasa, que el griego difícilmente podría haber...

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A un kilómetro al sur de Cotos, junto al refugio del Pingarrón, el arroyo de las Guarramillas forma la muy famosa poza de Sócrates. Menos conocida es la anécdota de aquel alemán que, allá por 1940, manifestó al verla que era un lugar en verdad apropiado para la meditación filosófica. Pero justo entonces acertó a pasar otro excursionista que le hizo notar que la poza no debía su nombre al sabio ateniense, sino a Sócrates Quintana, que precisamente era su cuñado, y de Mieres para más señas. También debería haberle dicho, aunque ya hubiese sido mucha guasa, que el griego difícilmente podría haber bautizado una charca, pues según su mujer, Xantipa, nunca se lavaba.

Salvo filósofo, Sócrates Quintana fue de todo a lo largo de su dilatada existencia (1892-1984): jugador del Atlético de Madrid, plusmarquista nacional de salto con pértiga, 800 metros y decatlón, pintor impresionista, grabador y funcionario de Hacienda. También fue, desde 1914, un miembro hiperactivo del Club Alpino Español, y como delegado del albergue que dicha sociedad tiene en Cotos se preocupó de acondicionar con un muro de contención esta cercana poza para que los señores socios pudieran bañarse con una comodidad insólita para los inicios del pasado siglo. O sea que, después de todo, un poco filósofo (epicúreo), sí que fue.

La senda se torna más clara y acaba desembocando en una amplia pista forestal

Aquel muro, muy útil pero poco ecológico, acabó siendo retirado, y por eso la poza no tiene ya la profundidad de antaño. Sí conserva, en su cabecera, el poderoso chorro que, a modo de ducha, crea el arroyo al escurrirse por una peña de tres metros de altura. Grabados en la roca, junto a la cascada, aparecen el escudo de infantería y una fecha, 1945, recuerdos de alguna acampada militar. No aparece, en cambio, la placa que el Club Alpino dedicó a Sócrates en 1983. Y es que estamos a dos pasos del puerto, a tiro de los gamberros. Pero por suerte no es la única poza, ni la única belleza, que posee el arroyo de las Guarramillas, como enseguida veremos.

Desde Cotos vamos a subir 600 metros por la carretera de Valdesquí y, al avistar un arco de piedra -resto de un campamento militar-, nos desviaremos a la izquierda por el camino cerrado al tráfico con barrera, que lleva al refugio del Pingarrón. Desde éste se ven de maravilla los dos cordales que ciñen el valle del Lozoya -a mano izquierda, Peñalara y los montes carpetanos; a mano derecha, Cuerda Larga, señoreada por Cabezas de Hierro-, todo el pinar de los Belgas y un filo del embalse de Pinilla, el primero de los cinco grandes represamientos del Lozoya, más arriba conocido como río de la Angostura y, casi a nuestros pies, como arroyo de las Guarramillas.

El camino, señalizado con postes con las siglas RV 1, baja en rápido zigzag hasta el arroyo de las Guarramillas. Aquí, justo antes de cruzar el puente, abandonaremos la ruta balizada para visitar la poza de Sócrates, que queda unos pocos metros más abajo, y seguir luego descendiendo sin señal alguna por una borrosa senda que discurre paralela al arroyo, primero por la margen izquierda y después por la derecha. El avance, algo incómodo por lo selvático y escarpado del terreno, se verá recompensado con el descubrimiento de una chorrera espectacular, de unos 15 metros de caída, al pie de la cual se yergue un tejo monumental, sin duda milenario.

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A partir de la chorrera, la senda se torna más clara y acaba desembocando en una amplia pista forestal donde vuelven a aparecer los jalones con las siglas RV 1, en concreto la baliza número 17. Desde Cotos habremos invertido una hora. Y media hora más nos llevará bajar por esta pista, sin perder de vista los postes, hasta llegar al puente de madera de los Hoyones (baliza 22), cerca del cual se hallan las que, para nuestro gusto, son las pozas más bellas y solitarias del alto Lozoya. Tras refrescarnos en ellas, el regreso al puerto lo haremos subiendo en todo momento por el camino señalizado, que, aunque más largo (dos horas), es más descansado.

Un circuito para el verano

- Dónde. El puerto de los Cotos dista 69 kilómetros de Madrid yendo por la carretera de A Coruña (A-6) hasta Villalba, para seguir por la M-601 hasta el puerto de Navacerrada y por la M-604 hasta Cotos. Se puede acceder en tren de Cercanías (Renfe, teléfono 902 24 02 02) haciendo transbordo en Cercedilla, así como en autobuses de la empresa Larrea (teléfono 91 530 48 00), desde Moncloa.

- Cuándo. Este circuito de 12 kilómetros y tres horas y media de duración -una y media de bajada y dos de subida-, con un desnivel de 350 metros y una dificultad media, es ideal para el verano, pues discurre a la sombra del pinar y ofrece numerosas pozas para el baño.

- Quién. El personal de la Casa del Parque Los Cotos (teléfono 91 852 08 57) informa en el mismo puerto sobre las sendas existentes en el valle del Lozoya y, en particular, sobre la ruta señalizada RV-1, que coincide en parte con el camino descrito. Una guía completa de la ruta balizada puede encontrarse en Internet: www.usuarios.iponet.es/jmatsaez/senderismo

- Y qué más. Cartografía: mapa excursionista Sierra de Guadarrama, a escala 1:50.000, de La Tienda Verde (Maudes, 23 y 38; teléfono 91 534 32 57); en su defecto, hoja 18-20 del Servicio Geográfico del Ejército o la equivalente (508) del Instituto Geográfico Nacional.

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