Noche en blanco en la Embajada española junto al palacio presidencial

"Ahora los cañonazos se oyen, pero más lejos". A media tarde de ayer, el embajador de España en Nuakchot, Enrique Ruiz Molero, escuchaba con alivio cómo se alejaban los combates que, a primera hora de la madrugada, habían empezado a 300 metros de su residencia y de la cancillería. Entre la Embajada de España y el palacio presidencial, donde la lucha fue encarnizada, está situada la Embajada de EE UU.

"El edificio está intacto y las demás sedes diplomáticas también", proseguía Ruiz Molero en una conversación telefónica con este periódico. "Por ahora tienen puntería". En ese recinto diplo...

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"Ahora los cañonazos se oyen, pero más lejos". A media tarde de ayer, el embajador de España en Nuakchot, Enrique Ruiz Molero, escuchaba con alivio cómo se alejaban los combates que, a primera hora de la madrugada, habían empezado a 300 metros de su residencia y de la cancillería. Entre la Embajada de España y el palacio presidencial, donde la lucha fue encarnizada, está situada la Embajada de EE UU.

"El edificio está intacto y las demás sedes diplomáticas también", proseguía Ruiz Molero en una conversación telefónica con este periódico. "Por ahora tienen puntería". En ese recinto diplomático viven cinco familias de funcionarios españoles, incluida la del embajador y sus dos hijos, de seis meses y tres años, que han pasado la noche en blanco. "El pequeño está asustado", señala.

Gracias a la telefonía fija -los móviles no funcionan- Ruiz Molero había contactado con la colonia española en la capital, que asciende a medio centenar de personas. "Están todos bien, les instamos a que se queden en sus casas", añade el embajador. En Nuadibú, la segunda ciudad del país, residen unos 80 españoles que se dedican a la pesca. "Todos están bien", asegura Javier Amor, el cónsul en la ciudad portuaria.

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