El niño Alí se recupera del horror de la guerra en un hospital de Kuwait

La primera vez que los médicos del hospital Kindy mostraron a Alí Smain en su cama, con la rejilla de hierro para proteger su cuerpo quemado del contacto con las sábanas, el niño no hablaba. Los médicos advirtieron: "Van a conocer ahora la historia más triste del mundo. Este niño ha perdido a 12 miembros de su familia, entre ellos los padres, hermanos, tíos y primos. Le hemos tenido que amputar los brazos. Las quemaduras son de tercer grado y es posible que el niño no salga con vida del hospital".

Una médica griega trataba de hacerle carantoñas a Alí, pero Alí no hablaba. Otra doctora e...

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La primera vez que los médicos del hospital Kindy mostraron a Alí Smain en su cama, con la rejilla de hierro para proteger su cuerpo quemado del contacto con las sábanas, el niño no hablaba. Los médicos advirtieron: "Van a conocer ahora la historia más triste del mundo. Este niño ha perdido a 12 miembros de su familia, entre ellos los padres, hermanos, tíos y primos. Le hemos tenido que amputar los brazos. Las quemaduras son de tercer grado y es posible que el niño no salga con vida del hospital".

Una médica griega trataba de hacerle carantoñas a Alí, pero Alí no hablaba. Otra doctora extranjera levantó las palmas de las manos hacia el cielo en un gesto que decía: "¿Qué podemos hacer ante un caso así?".

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En la siguiente visita, Alí habló. A un grupo de cuatro periodistas españoles les dijo que le deseaba la muerte a George W. Bush, que lo había dejado sin padres y sin brazos cuando estaba tranquilamente en su casa a punto de acostarse. Alí lloraba porque le dolían las quemaduras y pedía que le aplicasen una crema. El médico que ejercía de traductor comentaba que Alí era un chaval muy inteligente y que hasta el día de la bomba solía practicar el balonvolea. La imagen que guardaba de España, como la de muchos chiquillos en Irak, era la de algunos nombres de futbolistas como Rivaldo o Roberto Carlos.

Las bombas seguían sonando fuera del hospital mientras los médicos operaban a otros enfermos y aplicaban la crema sobre el pecho y abdomen de Alí.

Decenas de periodistas enfundados en patucos, guantes y batas higiénicos pasaron por su habitación durante la guerra. Sólo una mujer de edad avanzada, ataviada con el chador de las chiíes, acompañaba a Alí. Era su tía. Y parecía cuidar el niño de ella tanto como ella de él. "No dejen que mi tía coja la rejilla, que tiene mal la espalda", pedía Alí a los médicos.

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Cuando los médicos dejaron de acudir al hospital por miedo a su propia integridad física, fue trasladado a otro centro sanitario. "La prensa se ha fijado en Alí, pero hay cientos de Alí en todo Irak víctimas de esta guerra", lamentaba uno de sus médicos.

Pero nada más entrar los estadounidenses en Bagdad, Alí fue trasladado a Kuwait para que intentaran curarle las quemaduras y proporcionarle dos brazos artificiales. "Lo peor de todo esto es que ahora los americanos o los kuwaitíes querrán figurar como los salvadores del niño", se quejaba un médico iraquí.

El niño Alí, ayer en un hospital de la ciudad de Kuwait.ASSOCIATED PRESS

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