AL VOLANTE

Muy fácil y cómodo

A pesar de su tamaño y apariencia voluminosa, el Outlander resulta muy fácil de conducir. Es un coche sencillo, sin alardes de diseño, pero reúne todo lo importante y hace sentirse a gusto enseguida. Y aunque se trata de un todoterreno ligero, tiene una carrocería break menos alta de lo normal que favorece las prestaciones en asfalto. Además se va sentado en una posición elevada y muy agradable que incluye unos asientos cómodos y unos mandos suaves. Estas soluciones simplifican la conducción.

El Outlander monta un motor 2.0 16v. de gasolina con 136 CV, cambio manual de cinco mar...

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A pesar de su tamaño y apariencia voluminosa, el Outlander resulta muy fácil de conducir. Es un coche sencillo, sin alardes de diseño, pero reúne todo lo importante y hace sentirse a gusto enseguida. Y aunque se trata de un todoterreno ligero, tiene una carrocería break menos alta de lo normal que favorece las prestaciones en asfalto. Además se va sentado en una posición elevada y muy agradable que incluye unos asientos cómodos y unos mandos suaves. Estas soluciones simplifican la conducción.

Un motor algo perezoso

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El Outlander monta un motor 2.0 16v. de gasolina con 136 CV, cambio manual de cinco marchas y tracción 4×4. El conjunto mueve bien el peso y ofrece unas prestaciones muy correctas para viajar, sobre todo en velocidad (192 km/h.). Pero también presenta ciertas carencias. Por una parte, el motor es elástico y tiene un margen de uso muy amplio, desde 1.000 hasta casi 7.000 revoluciones. Se recupera bien por debajo de 4.000 vueltas, pero lo hace sin la suficiente fuerza, y lo mismo sucede por encima de 6.000.

Todo esto, unido a unas marchas largas, limita el brío, sobre todo en cuarta y quinta. Y el resultado práctico es una respuesta perezosa al acelerar, en subidas y ad

elantamientos, lo que obliga a usar el cambio y reducir a menudo para circular con alegría. Después, una vez lanzado llanea de maravilla, y en carreteras despejadas y autopistas es uno de los todocaminos más rápidos y mejor dotados para viajar.

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Por lo demás, la sonoridad interior está bien resuelta y aunque el motor es ruidoso por encima de 5.000 vueltas no llega a molestar en los viajes. Pero los consumos son más altos y variab

les de lo deseable: unos 9 litros a ritmos suaves, 12 en ciudad y 13 en conducción rápida y campo.

Suspensiones conseguidas

El buen compromiso de las suspensiones potencia las cualidades viajeras de este coche. Combinan comodidad y eficacia, se adaptan a todos los pisos y trazados, y transmiten seguridad. En carreteras viradas desliza de delante si se adoptan ritmos alegres, pero da sensación de agilidad, balancea poco en las curvas y no tiene las inercias de los todoterrenos. Y en carreteras amplias y autopistas circula con aplomo, absorbe bien todas las irregularidades y no cansa. Además, los frenos y el ABS paran bien, aunque no puede incluir el control de estabilidad ESP ni como opción, una carencia sorprendente en un coche nuevo.

Las virtudes del Outlander se mantienen también en el campo. La tracción 4×4 no incluye reductora, pero permite circular sin problemas por pistas de tierra y superar cuestas de dificultad media. Además tiene 19,5 centímetros de altura libre al suelo y sorprende la capacidad de absorción de la suspensión en zonas bacheadas: permite circular a buen ritmo sin sacrificar el confort y con una reconfortante sensación de solidez.

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