OPINIÓN DEL LECTOR

Gracias a Gibson

El pasado 15 de abril Ian Gibson publicó en su columna de EL PAÍS Andalucía un artículo bajo el título de Queipo y la propaganda, donde describe, según él, los métodos utilizados por el virrey de Andalucía en sus charlas radiofónicas en Sevilla para aterrorizar a los republicanos y estimular a las fuerzas sublevadas en la represión diaria, tildándolo de precursor de los propagandistas nazis.

La opinión de Gibson ha merecido su réplica y el 29 de abril a un lector indignado publica una carta en éste periódico donde todo lo achaca al tradicional "odio y rencor" que Gibson ha mostra...

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El pasado 15 de abril Ian Gibson publicó en su columna de EL PAÍS Andalucía un artículo bajo el título de Queipo y la propaganda, donde describe, según él, los métodos utilizados por el virrey de Andalucía en sus charlas radiofónicas en Sevilla para aterrorizar a los republicanos y estimular a las fuerzas sublevadas en la represión diaria, tildándolo de precursor de los propagandistas nazis.

La opinión de Gibson ha merecido su réplica y el 29 de abril a un lector indignado publica una carta en éste periódico donde todo lo achaca al tradicional "odio y rencor" que Gibson ha mostrado siempre por Queipo. Por supuesto parece lo más lógico, porque sería inconcebible y no cabe en mente alguna que las autoridades eclesiásticas, civiles y militares de la Sevilla democrática actual consintieran que un criminal de guerra, "vil y sádico nato" reposara con todos los honores y en la "paz del señor" en la basílica de la Macarena.

Pero puede que España y Sevilla sigan siendo diferentes, porque cuando pregunto a una persona mayor de mi familia, niña entonces, me contesta que todavía recuerda el terror que ocasionaban en las familias de las clases populares sevillanas las célebres charlas del general; y al buscar documentación descubro que en los primeros días de julio del 36, el preclaro general textualmente decía entre otras lindezas: "Nuestros valientes legionarios y regulares han enseñado a los rojos lo que es ser hombre. De paso, también a las mujeres de los rojos, que ahora por fin han conocido hombres de verdad, y no castrados milicianos. Dar patadas y berrear no las salvará... (Ideología e historia: sobre la represión franquista en la guerra civil. Alberto Reig Tapia.)

Está claro que el virrey de Andalucía llevaba a rajatabla con toda frialdad la instrucción reservada de una de las máximas jerarquías de los sublevados, el general Mola, cuando un mes antes del comienzo de la guerra civil, en mayo de 1936, escribía: "Se tendrá en cuenta que la acción ha de ser en extremo violenta", o cuando decía: "A los que han echado armas contra nosotros, contra el Ejército, fusilarlos. Yo veo a mi padre en las filas contrarias y lo fusilo".

Gracias, Gibson por ayudarnos a recuperar la memoria.

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