Columna

¿Sudas, vida?

Resulta curioso que, según la mitología de las fantasías sexuales, a los hombres les den morbo las mujeres pulcras y arregladas, como las azafatas o las enfermeras, y a las mujeres, por el contrario, les den morbo los hombres como los mecánicos llenos de grasa de motor y los jardineros sudorosos. Acaso en el arte de la seducción la grasa es un óleo perfumado y el sudor un reclamo irresistible que favorecen la unión entre una mujer policía y un obrero de la construcción, por ejemplo. Sin embargo, en el caso contrario, parece ser que los hombres más limpios y aseados deberían ligar con las mujer...

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Resulta curioso que, según la mitología de las fantasías sexuales, a los hombres les den morbo las mujeres pulcras y arregladas, como las azafatas o las enfermeras, y a las mujeres, por el contrario, les den morbo los hombres como los mecánicos llenos de grasa de motor y los jardineros sudorosos. Acaso en el arte de la seducción la grasa es un óleo perfumado y el sudor un reclamo irresistible que favorecen la unión entre una mujer policía y un obrero de la construcción, por ejemplo. Sin embargo, en el caso contrario, parece ser que los hombres más limpios y aseados deberían ligar con las mujeres que no se han duchado en tres días, y eso hay que demostrarlo.

En los anuncios publicitarios no suelen aparecer mecánicas llenas de grasa que seduzcan a un enfermero que va de blanco impoluto, ni tan siquiera una triste jardinera manchada de tierra y verdín que se lleve al huerto a un azafato pálido y aseado. Parece ser que a la mujer se le exige pulcritud, y en cambio, del hombre se valora lo guarro que vaya, por un tópico "complot" iconográfico que se ha instaurado de forma general, en detrimento de la iconoclastia de géneros. La subsiguiente e inquietante pregunta es ésta: ¿si se ducharan menos las mujeres, gustarían más a los hombres? Supongo que, como de todo hay en la viña del señor, algunos se habrán planteado, aunque sea de forma inconsciente, esta cuestión, que no debería ser necesario aclarar.

Los expertos insisten en que, a pesar de los pesares, la ducha diaria es aconsejable, y, si es posible, con jabón -aunque sin pasarse- para eliminar la transpiración causada por el trabajo diario, por muy sensual que ésta sea. Sin embargo, no tardará en llegar el día en el que podamos escoger entre sudores más o menos eróticos, según nuestras pretensiones, absurdas o no, nos lo dicten en cada momento. Pero, ¿por qué habría que dar por sentado que una hipotética Eau de Sueur sería solamente pour homme? Se diría que el derecho a sudar no está lo suficientemente enfatizado en las reivindicaciones feministas. O es que acaso los anunciantes creen que no hay mujeres jardineras, ni obreras de la construcción, ni mecánicas.

Al fin y al cabo, si la cuestión se centra en la reiterada atracción por los uniformes, y si el sudor y la grasa de motor forman parte de ese uniforme, como un complemento más, no está claro por qué el hombre ha de preferirlas con tacón de aguja y medias de seda, por resumirlo de alguna forma. Ni siquiera una mujer bombera tiznada de humo se ha atrevido a subvertir las reglas, y salvar de un incendio erótico a un hombre con frac. ¿Se trata de que no hay otra alternativa al topicazo de géneros?

No sabemos lo que opinaría Shere Hite de todo esto, aunque tal vez sea mejor no preguntarle nada por si se nos atraganta el café, en el mejor de los casos. Sólo podemos seguir el manual, ese librillo tan personal que cada uno lleva en su bolsillo, y continuar amándonos y apareándonos con el sudor de nuestra frente y nuestras axilas. Al fin y al cabo, el sudor no es más que lágrimas.

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