Bebo Valdés inaugura mañana en Madrid el club de jazz latino Calle 54

El pianista cubano tocará junto a Diego el Cigala hasta el domingo

El pianista cubano Bebo Valdés inaugura mañana, en compañía del cantaor Diego el Cigala -con el que ha grabado un disco que se editará próximamente-, el club de jazz y restaurante Calle 54. Un lugar con nombre de película que ha diseñado Javier Mariscal y que nace de la admiración que siente Fernando Trueba por esos músicos del jazz latino a los que, según dijo el cineasta en la presentación, "se les quiere rendir homenaje".

Dionisio Ramón Emilio Valdés Amaro (Quivicán, 1918), que vive hace 40 años en Estocolmo, es el encargado de inaugurar Calle 54, cuyo escenario ocuparán durante las ...

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El pianista cubano Bebo Valdés inaugura mañana, en compañía del cantaor Diego el Cigala -con el que ha grabado un disco que se editará próximamente-, el club de jazz y restaurante Calle 54. Un lugar con nombre de película que ha diseñado Javier Mariscal y que nace de la admiración que siente Fernando Trueba por esos músicos del jazz latino a los que, según dijo el cineasta en la presentación, "se les quiere rendir homenaje".

Dionisio Ramón Emilio Valdés Amaro (Quivicán, 1918), que vive hace 40 años en Estocolmo, es el encargado de inaugurar Calle 54, cuyo escenario ocuparán durante las próximas semanas músicos como Jerry González, Roy Hargrove o Chano Domínguez. "Estoy con los achaques de la vejez, pero llegar a mi edad y poder trabajar ya es mucho", dice.

Hace lustros que Bebo Valdés estuvo tocando en un local de Madrid llamado El Biombo Chino. "Con Lucho Gatica, con el que luego fui al Florida Park, en el Parque del Retiro, y salimos para una tournée de varios meses", cuenta. En El Biombo Chino, que "estaba en el número 7 de la calle Isabel la Católica, me encontré con Ernesto Duarte y con Cachao". Cachao y él se conocen desde que llevaban pantalón corto y, sin embargo, no tocaron juntos por primera vez hasta el disco El arte del sabor, reciente ganador de un Grammy.

Calle 54 está situado en el número 3 del paseo de La Habana, la ciudad que Bebo Valdés no ha pisado en 43 años. "Ya nunca volveré a Cuba", dice con los ojos húmedos. "No voy porque no me gusta que me aprieten". Una Habana de la que guarda recuerdos entrañables: "Con el padre de Paquito [D'Rivera] éramos como hermanos. Tocábamos en uno de los primeros clubes de jazz que hubo, el Rivoli, a finales de los años treinta", cuenta. "Él era representante de la Selmer. La gente no tenía dinero para comprar un instrumento y él preguntaba '¿Qué tú necesitas'. Se lo traía y decía 'bueno, me lo pagas cuando puedas". Siempre había sus cosas, pero los amigos eran amigos de verdad. Si uno estaba enfermo, los demás le llevaban comida a la familia, unos pesos. Eso se acabó".

Además del disco con Diego El Cigala, que se pondrá a la venta en mayo, tiene otros tres sin editar. "Uno, con una orquesta de 20 músicos, otro con un noneto, y el último, a petición de algunos señores, a dúo con un violinista". Desde que conoció a Diego El Cigala, lleva en su muñeca la medallita que le regalaron unos gitanos. Se le rompió la cinta amarilla, pero le ha puesto una cadena de plata. "Desde ese día, no me la he quitado ni para bañarme. Dicen que da suerte. Además, me la dieron de corazón".

Desvela que ha escrito arreglos para una Bien pagá diferente, y para Vete de mí, Veinte años, Eu sei que vou te amar... "Me encanta lo que hace El Cigala. En el disco que va a salir, canta un tango en tiempo de bolero, pero siempre con aire flamenco y con un feeling divino. No hay conservatorio que pueda enseñar esas cosas. El que no haya nacido en eso no aprende".

Cultura y banca

Por una vez, la cultura gana un espacio a la banca: Calle 54 ocupa el lugar en el que operaba una entidad extranjera. En la fachada, las líneas dibujan en neón rosa fucsia la silueta de un pianista y sobre las paredes del interior están escritos en relieve y distintos grosores los nombres de Tito Puente, Antonio Carlos Jobim, Mario Bauzá...

Trueba comentó ayer en la presentación que le parece un sueño la existencia de este sitio, "un homenaje a los jazzistas latinos, para reivindicarles, por tanto racismo que hubo en la música hacia todos ellos". Y añadió un comentario gastronómico: "En los mejores clubes de jazz, a veces se escucha muy buena música, pero se suele comer muy mal. Éste es el primero donde va a haber buena música y buena comida".

Bebo Valdés (derecha), con Fernando Trueba y Jerry González, ayer en Calle 54, en Madrid.SANTI BURGOS

Recuerdos de Cuba

Bebo Valdés, padre del también extraordinario pianista Chucho Valdés, es una mina de anécdotas sobre la vida de los años treinta, cuarenta y cincuenta en Cuba. Suele decir que la nostalgia es parte de su cultura y habla de un hombre que tuvo un problema con el dictador Machado: "Pusieron precio a su cabeza, y un abogado amigo le pidió a un señor que lo escondiera en su casa. De madrugada, vinieron a recogerlo en un coche para llevarlo hasta el escondite. La guardia rural buscaba a aquel pobre hombre y lo hubiera eliminado allí donde lo cogiera. Pero el que lo tenía en su casa era precisamente el jefe de la guardia, así que ¡cómo iban a encontrarlo!". Tampoco olvida el desprecio de ciertas élites por la música popular: "En Cuba, estaba prohibido bailar la conga porque era cosa de gente baja. Hasta que salieron Mickey Rooney y Judy Garland en una película bailando una, y a partir de ese momento la tocaron en un club de millonarios de La Habana. Luego ya no hubo un baile donde no se tocara la conga".

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