Reportaje:

Pinchos a cubierto

La campaña del Ayuntamiento de San Sebastián para que se cubran las banderillas en los bares encuentra resistencias

Los pinchos, esa cocina en miniatura característica de la cultura gastronómica de San Sebastián, están estos días en boca de todos. La delegación de Sanidad del Ayuntamiento inició el lunes una nueva campaña de inspección de establecimientos hosteleros para comprobar si cumplen la normativa en materia de elaboración, conservación y exposición de banderillas. Es este último aspecto el que más debate ha suscitado, ya que la legislación obliga a cubrir los pinchos, una medida con la que no todos los bares están de acuerdo.

Hace aproximadamente un año, el consistorio, hasta entonces bastant...

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Los pinchos, esa cocina en miniatura característica de la cultura gastronómica de San Sebastián, están estos días en boca de todos. La delegación de Sanidad del Ayuntamiento inició el lunes una nueva campaña de inspección de establecimientos hosteleros para comprobar si cumplen la normativa en materia de elaboración, conservación y exposición de banderillas. Es este último aspecto el que más debate ha suscitado, ya que la legislación obliga a cubrir los pinchos, una medida con la que no todos los bares están de acuerdo.

Hace aproximadamente un año, el consistorio, hasta entonces bastante tolerante en este punto, comunicó a los hosteleros que debían aplicar la normativa europea; es decir, que tenían que cubrir los pinchos que adornan las barras de muchos bares donostiarras, recuerda el presidente de la Asociación de Hosteleros de Guipúzcoa, Luis Díaz. El sector acogió la noticia con desagrado, al entender que la cubrición disminuirá el consumo, pues los clientes a veces funcionan "por impulso", y si tienen que pedir la banderilla al camarero, igual se retraen, apunta Díaz.

El caso es que la asociación pidió al Ayuntamiento una moratoria para buscar posibles soluciones y se dirigió al centro tecnológico Inasmet, que ha ideado una vitrina que suple la pared protectora con una cortina de aire, de manera que los alimentos están protegidos y, al mismo tiempo, permite que los consumidores los cojan directamente. El delegado de Sanidad y Medio Ambiente, Jorge Letamendía, estima que la solución de Inasmet es "interesante", pues cumple la doble función de proteger y permitir el acceso directo a la banderilla. Pero aclara que ni mucho menos es obligatoria y que existen otro tipo de vitrinas o sistemas de cubrición eficaces desde el punto de vista higiénico-sanitario, si bien no todos aseguran higiene y accesibilidad.

El Ayuntamiento tiene previsto revisar hasta fin de año 600 de los alrededor de mil establecimientos que ofrecen pinchos. Levantará acta del local inspeccionado y, en su caso, abrirá los expedientes sancionadores que correspondan. Los hosteleros tendrán tres meses para llevar a cabo las correcciones necesarias.

"La normativa es exagerada, no es de nuestro gusto, pero hay que cumplirla", dice resignado el presidente de la Asociación de Hosteleros. Pero los hosteleros, en general, no se resignan. Un nutrido grupo de profesionales, entre ellos los propietarios de establecimientos de prestigio en la especialidad, han puesto en marcha una campaña de recogida de firmas bajo el lema "Pinchos sí, vitrinas no". "Va a ser un desastre. Una cosa tan emblemática de San Sebastián y la van a destrozar", recalca Agustín Lopetegi desde el bar Goiz-Argi, ubicado en la Parte Vieja.

¿Y qué dicen los consumidores? Marian, una joven vecina de Pasaia, admite que es "más higiénico", pero que "se pierde la gracia". Ramón, vecino del barrio de Gros, está de acuerdo con que se tapen los pinchos, pues así se protegen de estornudos, y humos de tabaco u otras inclemencias. "Ahora bien, siempre y cuando el cliente pueda servirse diractamente", matiza.

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