Entrevista:PILAR MALLA | Diputada independiente por el PSC

"La pobreza es un problema político y no se considera prioritario"

Desde Cáritas, desde el hemiciclo del Parlament como diputada independiente por el PSC o en cualquier lugar donde se encuentre, Pilar Malla sigue siendo un referente en la lucha contra la desigualdad. Toda una vida en contacto con los más necesitados le ha permitido conocer bien los vericuetos de la pobreza en Barcelona. "La pobreza es un problema político y me cuesta mucho asumir que no se considere una cuestión prioritaria", asegura.

Esa pobreza oculta, que no siempre está en los barrios barceloneses marginales, sino que también se da en el Eixample, donde viven personas cuyo único al...

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Desde Cáritas, desde el hemiciclo del Parlament como diputada independiente por el PSC o en cualquier lugar donde se encuentre, Pilar Malla sigue siendo un referente en la lucha contra la desigualdad. Toda una vida en contacto con los más necesitados le ha permitido conocer bien los vericuetos de la pobreza en Barcelona. "La pobreza es un problema político y me cuesta mucho asumir que no se considere una cuestión prioritaria", asegura.

Esa pobreza oculta, que no siempre está en los barrios barceloneses marginales, sino que también se da en el Eixample, donde viven personas cuyo único alimento para un día es una tableta de chocolate mientras deambulan por sus amplios pisos, en los que se aprecia el vacío dejado por los muebles y los cuadros empeñados hace tiempo.

"En la política hacen falta personas sensibles con la asistencia social"

Cuando alguien como ella se ha empapado de lo que se cuece en la trastienda de una ciudad aparentemente boyante como Barcelona, no lo olvida con facilidad. Por eso, quienes han seguido su trayectoria no se extrañaron de que el 16 de mayo del 2000 se estrenara en la Cámara catalana defendiendo una interpelación para aumentar la renta mínima de reinserción que atronó en las conciencias de los diputados.

Sus ademanes tranquilos y su voz queda no impiden adivinar el tesón que mueve a esta mujer menuda nacida en El Pont d'Armentera (Alt Camp) en el seno de una familia con dos hijas que se trasladó a la Barceloneta, donde su padre ejercía la medicina. En las filas de las Juventudes Obreras Católicas halló Pilar Malla el que sería su objetivo vital: apoyar al débil. A los 24 años se fue a París contratada para un trabajo que no salió bien. Hizo durante un tiempo de canguro hasta que se enteró de que en Saint Denis se precisaba personal en un dispensario sanitario atendido por médicos españoles republicanos. Allí aprendió cuanto pudo y la sorprendió la revolución estudiantil de mayo de 1968. Su clientela eran los emigrantes españoles que trabajaban sin descanso para poder enviar a sus familias cada mes unas 5.000 pesetas. Recuerda que todos tenían en casa una botella de Anís del Mono que guardaban para las celebraciones.

La primera vez que la política llamó a su puerta fue a través del médico del PSUC Ramón Espasa. Le encargó coordinar la asistencia social desde la Generalitat provisional que presidía Josep Tarradellas. Fueron unos años fantásticos para ella, en los que la falta de recursos la compensaban con fuertes dosis de entusiasmo. La experiencia acabó en seco después de las siguientes elecciones autonómicas y a ella la reclamó el obispo Jubany, a quien admiraba, para que volviera a Cáritas. En esta institución diocesana tuvo distintos cargos directivos.

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La política la tentó en más de una ocasión. La última vez que Pasqual Maragall le propuso ir en la lista socialista fue en las pasadas elecciones al Parlament. La oferta le llegó en un momento en que se sentía mayor. "Tenía ganas de descansar, pero era un reto y me cuesta decir no", manifiesta. Aceptó y durante la legislatura ha habido momentos de todo. Está convencida de que en la política hacen falta personas sensibles con la asistencia social y anima a quienes han trabajado en el cuarto mundo a dar el paso. "Se tiene que haber estado muy cerca de los que menos tienen para no alejarte cuando estás en política". Admite que tampoco han faltado momentos en los que se pregunta: "¿Qué hago yo aquí?".

El trabajo social dice que resulta menos gratificante desde el despacho de la Cámara catalana, aunque reconoce que durante esta legislatura se han hecho bastantes cosas: "La izquierda ha apretado mucho". Está convencida de que hace falta planificar aquello que se quiere conseguir y no esperar a que se aproximen las elecciones para ponerlo en práctica. Entiende que en vísperas electorales se inauguren carreteras, pero añade: "Me cuesta mucho asumir que las ayudas a las personas que lo necesitan tengan que esperar también a que se acerquen los comicios". Le gustaría que las familias que no alcanzan un mínimo de ingresos tuvieran derecho a percibir becas de comedor o libros escolares automáticamente sin necesidad de formular todos los años la solicitud y repetir el papeleo. "Estoy a favor de universalizar las ayudas para que lleguen a quienes están en el umbral de la pobreza".

Pilar Malla no ha dejado de estar en contacto con la gente que trabaja en el campo asistencial y continúa colaborando en la ayuda a los drogodependientes. La atención a las personas más desfavorecidas cada vez la comparten más hombres sensibles a estos asuntos. Sobre la inmigración, señala que se tiene que regular, pero que "mientras la riqueza no esté más repartida la gente" tendrá que abandonar su país. Pensando como piensa, es lógico que simpatice con el presidente del Gobierno brasileño, Lula da Silva: "Es la esperanza que tenemos. Empieza con muy buen pie cuando afirma que se conforma con que la gente coma tres veces al día".

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