Reportaje:

Último asalto a los Estados Pontificios

Pujol inaugura con la exposición 'Dante, Verdaguer y Gaudí', el centro de la Generalitat en Roma

Un diálogo a tres: Dante, Verdaguer y Gaudí, un coloquio entre lengua, espiritualidad y nacionalismo ha sido el argumento de la exposición con la que Jordi Pujol intenta, como presidente, su último asalto a los Estados Pontificios. 23 años después de su primera visita al Papa -con la Enciclopedia Catalana bajo el brazo-, la respuesta del Vaticano ha sido avara en gestos: no ha habido receptividad hacia el hecho catalán. Y como los generales romanos, Pujol ha levantado su campamento en el Palazzo Lavaggi-Cecchini, donde ayer inauguró el centro de la Generalitat en Roma. Lo hizo con todos...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Un diálogo a tres: Dante, Verdaguer y Gaudí, un coloquio entre lengua, espiritualidad y nacionalismo ha sido el argumento de la exposición con la que Jordi Pujol intenta, como presidente, su último asalto a los Estados Pontificios. 23 años después de su primera visita al Papa -con la Enciclopedia Catalana bajo el brazo-, la respuesta del Vaticano ha sido avara en gestos: no ha habido receptividad hacia el hecho catalán. Y como los generales romanos, Pujol ha levantado su campamento en el Palazzo Lavaggi-Cecchini, donde ayer inauguró el centro de la Generalitat en Roma. Lo hizo con todos los honores civiles -el embajador, José de Carvajal-, pero con una presencia de curia vaticana limitada al ya emérito cardenal Roger Etchegaray, un vasco-francés a quien se le encargan trabajos difíciles, el último de los cuales fue encabezar la misión pontificia que se entrevistó con Sadam Husein antes de la invasión angloamericana de Irak.

L'avara povertà di Catalogna, la frase tan cara a Dante y tan poco a los catalanes, figura en uno de los paneles del centro de la Generalitat. No falta, pues, la cuaresmal penitencia en el Palazzo Lavaggi-Cecchini, donde Pujol trató anoche de trenzar complicidades romano-catalanas. "Lo de la pobreza es cierto, lo de la avaricia no lo sé", bromeó el presidente en el acto inaugural. Quizá Dante escribió eso por oposición a la política de la Corona de Aragón en aquella época, subrayó un Pujol que lentamente engrasaba su oxidado italiano. "El autor de la Divina Comedia fue el creador de la lengua italiana; Lutero, de la alemana; Verdaguer fue más modesto que Dante, pero no tanto para los catalanes", destacó el presidente. "Demostró que la lengua sirve para algo más que para hacer cancioncillas de montaña", sentenció.

Pujol no entró en fáciles comparaciones entre el güelfo Dante -que acabó en el destierro por los ataques de los más papistas- y el Verdaguer a quien le fue retirada la licencia ministerial eclesial por rebelarse contra la autoridad episcopal. Entre ambos median siglos y tienen en común su pasión por la lengua y la fe. Este elemento también es compartido por Gaudí, ese arquitecto místico y nacionalista "de una gran espiritualidad, lo que con frecuencia se olvida", agregó un reivindicativo Pujol. "En su obra intentó introducir la convivencia entre patriotismo y espiritualidad", concluyó el presidente de la Generalitat para describir la compleja personalidad de un arquitecto que fue un católico apasionado. Pero al igual que Dante con güelfos y gibelinos, el autor de la Sagrada Familia tuvo su antes: en su juventud proyectó los edificios cooperativos de La Obrera mataronense.

Pero ayer Jordi Pujol no quiso entrar en polémicas. Olvidó los años que el Vaticano lleva

haciendo oídos sordos a las reivindicaciones de los nacionalistas catalanes. Y, lógicamente, obvió las heterodoxias en que pudieran haber incurrido a lo largo de sus vidas los dos poetas y el arquitecto. Después de la inauguración, el presidente de la Generalitat asistió a una cena con el cardenal Roger Etchegaray.

"Guerra psicológica"

El presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, recurrió ayer a la ironía para intentar minizar la "guerra psicológica" que, a su entender, han emprendido los socialistas catalanes para ganar adeptos dentro de la Administración autonómica. "Esto no es nuevo. Esta iniciativa forma parte de un intento de crear un cierto estado de ánimo para hacer creer que la victoria del PSC es segura".

Pujol dijo que en 1999 ya "hubo una procesión [de dirigentes del PSC] por algunos despachos y alguno que otro se dejó tentar". "En 1980 los socialistas tenían el cava preparado y no se lo pudieron tomar. Y ahora espero que les pase lo mismo", confesó el presidente de la Generalitat desde Roma.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Archivado En