Los jóvenes, excluidos de las aseguradoras

El rechazo de las compañías empuja a los menores de 26 años a conducir sin seguro o irregularmente

Para los jóvenes conductores con edades comprendidas entre 16 y 26 años, conseguir un seguro para su vehículo de dos o cuatro ruedas se ha convertido en un auténtico calvario y cada vez son más los que conducen sin seguro o de forma irregular. Por ley, para poder conducir un vehículo legalmente no basta con tenerlo y tener la edad reglamentaria, sino que hay que tenerlo asegurado, y cumplir con esta obligación les resulta cada vez más complicado.

La razón: "Las estadísticas de la Dirección General de Tráfico reflejan que los conductores menores de de 25 años están implicados en un 31% d...

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Para los jóvenes conductores con edades comprendidas entre 16 y 26 años, conseguir un seguro para su vehículo de dos o cuatro ruedas se ha convertido en un auténtico calvario y cada vez son más los que conducen sin seguro o de forma irregular. Por ley, para poder conducir un vehículo legalmente no basta con tenerlo y tener la edad reglamentaria, sino que hay que tenerlo asegurado, y cumplir con esta obligación les resulta cada vez más complicado.

La razón: "Las estadísticas de la Dirección General de Tráfico reflejan que los conductores menores de de 25 años están implicados en un 31% de los accidentes de circulación con víctimas y nuestra política es, por el momento, no contratar riesgos agravados", argumenta un portavoz de la compañía de seguros Génesis Auto, que directamente no hace seguros a las personas por debajo de esa edad.

Las aseguradoras lo justifican por las altas tasas de siniestralidad del colectivo más joven
El Consorcio asume a los rechazados por dos veces en las compañías, pero sólo cubre a terceros

-Querría un presupuesto de seguro para mi hijo.

-¿Tiene su hijo más de 24 años y más de dos años de carné?

-No, va a cumplir 21 años.

-Entonces, lo siento, pero no.

-¿No qué?

-Pues que por política de la compañía no le hacemos contratos a menores de 25 años ni con menos de dos años de carné.

Esta conversación con una operadora de la compañía Génesis es muy similar a la que, con el mismo caso, se produce con otro telefonista de Línea Directa Aseguradora: "Lo siento, a partir de 23 años los varones están excluidos con nosotros. Es una normativa de la compañía". En esta compañía, como en la mayoría, las mujeres mayores de edad, sin embargo, no tienen problemas para adquirir un seguro. O sea, los más discriminados por las aseguradoras son los jóvenes varones. Otras aseguradoras, como Allianz, sí contratan seguros con jóvenes, pero lo hacen a precios desorbitados, cobrando unas primas casi disuasorias, superiores a los 5.000 euros (más de 800.000 pesetas) anuales. El rechazo es aún más radical en el caso de los seguros a ciclomotores. Directamente, la mayoría no los hacen.

La situación es tan crítica en el caso de los vehículos de dos ruedas, que existe una verdadera crisis en el sector: los fabricantes se quejan de que no venden motos porque nadie hace seguros, y las aseguradoras de que, en caso de accidente, las facturas son millonarias, por lo que asegurarles no compensa.

¿Adónde van todos estos jóvenes rechazados y marginados de las aseguradoras? Existen cuatro posibilidades:

El que pueda y quiera puede pagar las primas casi millonarias para conseguir un seguro.

El que no, puede optar por conducir irregularmente su vehículo utilizando como tomador y titular del seguro a un familiar o a un conocido y arriesgándose así a que, en caso de accidente, la aseguradora no se haga cargo de los daños o sólo lo haga parcialmente. Esta opción, según la Oficina del Asegurado (OFA), es la elegida en el 50% de los casos. De hecho, según la patronal de aseguradoras UNESPA, uno de los cambios percibidos por las aseguradoras era que habían aumentado los siniestros de mujeres de entre 45 y 50 años. "No es que de pronto todas se volviesen peores conductoras", explica el portavoz, Miguel Ángel Vazquez, "es que en caso de que haya un hijo en casa con posibilidades de conducir siempre usa el coche de la madre y no el del padre".

Luego está la opción kamicaze de los que directamente renuncian a hacerse un seguro y circulan ilegalmente bajo la amenaza de la multa (como mínimo, de 600 euros) y poniendo en riesgo a todos aquellos que se crucen en su camino. "Son lo que llamamos bombas andantes", dice Carlos Pizarro, portavoz de la OFA. Según los últimos datos del último control realizado por la Dirección General de Tráfico, de los aproximadamente 24 millones de vehículos que circulan por España, cerca de 750.000 lo hacen sin seguro -las cifras, en este sentido, varían según los distintos organismos y oscilan entre 700.000 y un millón de vehículos sin seguro obligatorio- . Lo que está claro es que esta tendencia de no asegurarse es ascendente o al menos así lo reflejan los datos sobre la evolución del número de siniestros como fondo de garantía, es decir, asumidos por el Consorcio de Compensación de Seguros en un primer momento y debidas a vehículos sin seguro: en cuatro años pasó de 17.626 siniestros, en 1999, a 54.981 en 2002, y en los tres últimos años prácticamente se ha duplicado el importe destinado a estos siniestros, que ha pasado de 70.256.000 euros en 1999 a 104.220.000 en 2002 (ver gráfico).

Como última opción, y si una persona ha sido rechazada dos veces por distintas compañías para conseguir el seguro obligatorio de su vehículo, puede recurrir al Consorcio, que, como organismo público y para garantizar que todo ciudadano puede llevar a cabo lo que se le impone como una obligación, debe asegurar a todo aquel que lo solicite y justifique, mediante la presentación de las negativas por escrito de las compañías, que no le han permitido contratar un seguro. Eso sí, el seguro del Consorcio es el más básico y sólo cubre a terceros. En el caso de las motos el coste anual del seguro es de unos 390 euros, y en el de los coches, en función de la zona geográfica -hay regiones con más siniestralidad, como Madrid o Barcelona, que otras, como Valencia, Alicante, Sevilla o Málaga-, oscila entre los 742 euros y los 1.188 euros.

No obstante, para hacerse una idea de las cotas alcanzadas por esta situación basta con escuchar las palabras del director de operaciones del Consorcio, Alejandro Izuzquiza, que asegura que en los últimos tres años han tenido que cambiar la gestión del organismo público por este motivo: "Hacer los seguros de los rechazados por otras compañías, que era una actividad residual dentro del Consorcio, pasó a ser la actividad más frenética. En las 18 delegaciones regionales que hay se formaban enormes colas para informarse sobre cómo hacerse un seguro obligatorio y los fucnionarios no daban abasto. Tuvimos que instalar un sistema teléfonico para contratar los seguros por teléfono. En cuatro años los vehículos particulares asegurados pasaron de 11.056 a 71.525" (ver gráfico).

Este fenómeno empezó en 1998. Según lo expertos, fue entonces cuando las compañías aseguradoras decidieron que no podían soportar las pérdidas y seguir siendo competitivas en el mercado, y optaron por "segmentar" el mercado. Es decir, en lugar de tener una cartera indiferenciada de clientes en la que unos acababan pagando los siniestros de otros, decidieron dividirlos en categorías y "que cada palo aguantase su vela": le darían más facilidades al conductor con menos riesgo y todas las dificultades al de mayor riesgo.

Desde un prisma puramente empresarial, la medida es lógica: por qué van a pagar justos por pecadores, cada uno que pague su riesgo. La magnitud del mismo la miden las estadísticas de siniestralidad, ese preciado tesoro que guardan, y a veces se intercambian, las compañías de seguros y que les permite categorizar a su clientela y hacer ofertas concretas para clientes concretos: "Nuestro objetivo es ser capaces de ofrecer a cada conductor un seguro", comenta el portavoz de Génesis Auto.

En todo caso, se trata de una práctica completamente legal, pese a la particularidad de que se trate de un seguro obligatorio eminentemente social y pueda aparentar lo contrario: "Nadie puede obligar a una empresa privada a vender lo que no quiere. Y además, está el Consorcio, que garantiza que la gente puede cumplir con su obligación de conducir asegurado", se explica desde la patronal.

¿Puede mejorar esta situación? Para que mejore la situación tendrían que mejorar las tasas de siniestralidad, dicen las compañías de seguros, que apuestan por una mejor educación vial y por medidas más restrictivas para obtener permisos de condución. Desde el punto de vista de la OFA, "existe un vacío de responsabilidad y además las compañías tampoco están fomentando una cultura aseguradora y casa vez más gente trata de defraudarlas. Los jóvenes, sobre todo, perciben el conducir con seguro como una obligación y no como una necesidad. Desde la Dirección General de Seguros (Ministerio de Economía) se debrían hacer campañas informativas de acuerdo con las aseguradoras". La versión del Consorcio del Compensación de Seguros es que, con su responsabilidad, en realidad el problema ya "esta relativamente solucionado".

Guardias urbanos poniendo multas en una calle de Barcelona.JOSÉ MARÍA TEJEDERAS

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